Descarbonización

"El gabinete ambiental, coordinado desde la Semarnat, ha sufrido reducciones anuales a su presupuesto desde 2019 y en el año 2021 de hasta 30% menos recursos"

Hay transiciones más lentas que otras, más cuando suponen procesos, recursos e infraestructura, para una persona perder peso es una transición que puede llevarle hasta un año dependiendo de su disciplina y de la cantidad de kilos extras que tenga. En contraste, para la humanidad los cambios son progresivos y la línea de tiempo más amplia.

El paradigma del cielo azul, porque así ha sido siempre, ha cambiado. Desde hace tiempo hay una conciencia respecto al daño ambiental por contaminación de gases de efecto invernadero y deforestación. Y una preocupación real por el daño irreparable que pueda sufrir la atmósfera y los mares si no modificamos las bases que han nutrido nuestro crecimiento económico.

Los ambientalistas ya no son un pequeño grupo que se reúne alrededor de un árbol, ahora son más numerosas las personas que se expresan a favor del medio ambiente y su cuidado. Como lo estamos viendo en redes sociales, notas de prensa y artículos de opinión, múltiples voces tratando de visibilizar el error de construcción que puede provocar un daño irreparable en la Selva Maya.

Entre los ambientalistas hay abogados, científicos y técnicos bien formados, con prácticas profesionales destacadas y capaces de emitir opiniones sustentadas que han cambiado el curso de mega proyectos privados con un impacto ambiental negativo.

La agenda ambiental es compartida entre países y hay un esfuerzo para conciliar las diferencias respecto a la capacidad de sus economías y cumplir metas comunes, como las planteadas en los Acuerdos de París.

Se descarbonizan las economía y por subsecuente el medio ambiente, en una serie de sub transiciones que requieren de una mancuerna entre gobiernos y empresas, con incentivos fiscales, financiamiento y objetivos calendarizados.

Esta transición energética hacia la descarbonización significa un proceso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero hacia la biósfera y en particular, la disminución del dióxido de carbono, CO2.

El objetivo de la agenda internacional es una economía global de bajas emisiones de dióxido de carbono y para ello los países acuerdan anualmente los pasos a seguir cada año para avanzar hacia esta neutralidad climática.

Los mencionados Acuerdos de París se firmaron durante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP 21, en el año 2015 y ahí se establecieron medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un acuerdo histórico a favor del medio ambiente que recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en el año 2016.

París 2015 planteó que a partir del año  2020 se fuera aumentando la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático, promoviendo un desarrollo nacional con bajas emisiones de carbonos para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2°C. México firmó este acuerdo en septiembre de 2016.

Esos fueron años de esperanza para el medio ambiente. Luego el escenario político cambió y estos acuerdos internacionales no son punitivos, así que cuando el gabinete de energía y el presidente decidieron volver a priorizar una economía fundamentada en combustibles fósiles no hubo mucho por hacer, cuando se volvieron sordos a los análisis de expertos sobre la inviabilidad de una nueva refinería o la compra de Deer Park, tampoco hubo mucho por hacer. Y cuando la deforestación comenzó a agravarse por programas como Sembrando Vida de la Secretaría del Bienestar, tampoco se pudo hacer nada.

El gabinete ambiental, coordinado desde la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Semarnat, ha sufrido reducciones anuales a su presupuesto desde 2019 y en el año 2021 de hasta 30% menos recursos. Cuadros técnicos de funcionarios públicos con reconocimiento internacional y académico renunciaron o fueron removidos. Y han sido sustituidos por otros funcionarios de perfil más bajo, más local e incluso en ese ámbito más polémico, señalados como desestabilizadores sociales.

Desde la Semarnat, chats de equipos de trabajo con diatribas a ese atroz neoliberalismo del pasado y la subsecuente purificación como seguidores activos de la corriente marxista maoísta. Profesionales de la psicología en direcciones que debían cumplir con un perfil técnico. Funcionarios públicos más enfocados en acabar con la superestructura social que en elaborar un estudio de impacto ambiental como correspondería a cualquiera de las actuales obras o programas públicos en curso y que afectan el medio ambiente.

Respiremos, para descarbonizar la economía es necesario electrificarla y esta electricidad debe ser generada principalmente por energías limpias y renovables, es decir, inagotables, como la solar, eólica, hidráulica, biomasa y geotérmica.

Para el ingeniero Eduardo Andrade Iturribarria, director general de Burns&McDonnell y especialista en infraestructura energética, la descarbonización tendría que estar en el centro de las propuestas de política energética de todos los candidatos a la Presidencia de la República en el año 2024. Y quizá estas propuestas tendrían que ser también parte de las políticas a implementar por algunos de los alcaldes de los municipios más relevantes por su actual actividad económica.

Otros puntos que considera Eduardo Andrade deben incluirse en estas agendas son la electrificación del transporte, la eficiencia energética y la arquitectura sustentable. Porque estas tres materias tendrán que implementarse en un futuro próximo en aquellas ciudades que quieran atraer la inversión de empresas de todo el mundo.

Y coincidimos en que ya no se trata solamente de que uno en particular no ensucie el medio ambiente, sino que toda la cadena de suministro de un producto atienda criterios de descarbonización. Para que el cielo siga siendo azul.