Revisaba las expectativas económicas para México este 2022 y son poco alentadoras, proyecciones a la baja y presiones externas por la guerra en Ucrania. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) disminuyó de nuevo su pronóstico de crecimiento para México este año y el PIB pasó de 3.3% a 2.3%.
Entonces comencé a preguntar si es un buen momento para comprar una obra de arte o venderla, considerándola un activo. Mi primera obra plástica la compré durante la crisis de 1995. No fue de una artista de firma, es decir, reconocida en el mercado. Fue un gusto caprichoso. Y 27 años después, la artista no aparece en ninguna subasta, artículo o exposición. Si quisiera venderla, seguro que su precio es mucho menor de lo que pagué en su momento por ella. Pero me sigue gustando y no está en venta.
Con esas ideas y dudas busqué a Edgar Mizrahi, director del Centro Cultural Mizrahi A.C. y de la Galería Arte Mizrahi, ambos en Puebla, y su afirmación fue contundente al decirme que es momento de comprar y vender arte. Y aquí comenzamos ustedes y yo, a comprender mejor cómo funciona este mercado del arte, específicamente de artistas plásticos tradicionales como pintura, dibujo y esculturas.
Para un experto como Mizrahi, estamos en un punto en México donde “deshacerse” de algunos activos puede dejar un margen de ganancia, el arte de firma que identifica a algunos artistas importantes es un activo que suma al patrimonio de la persona, sea coleccionista o no.
Es momento de que ese activo que costo equis dólares o pesos hace 10 años, ahora refleje una ganancia, incluso si se vende un poco más abajo del precio de mercado. Hay artistas que fallecieron hace pocos años, como Manuel Felguérez, que nos aseguran que va a surgir un comprador nuevo ávido por adquirir una pieza de él.
Esta garantía de venta con plusvalía ocurre únicamente con las piezas que tienen un valor tanto en subastas como en galerías. No sucede con el arte comercial o el de artistas que adquieres simplemente por gusto.
Adquirir una pieza de arte es la oportunidad de llevar a nuestros espacios personales o de trabajo belleza, inspiración, sentimiento. Interesarse por un artista y tratar de adquirir una de sus obras es una pasión que llega a ser rentable si el “institnto” del comprador se basa en información comercial que deriva de los ranking de subastas.
Ahora, si ya tienes varias obras, como me sucede, compradas directamente al artista plástico, seguramente no cuentan con el certificado de autenticidad. Y al momento de vender van a solicitarlo. Así que nuevamente consulté a Mizrahi sobre este tópico y me tranquilizó saber que certificar no es un proceso caro.
Es costo-beneficio, me explicó. Primero hay que identificar del artista que se quiera vender obra, qué categoría de obra se posee. Es una pieza de firma cotizada, es más fácil obtener el certificado, por ejemplo, en la Galería de Arte Mexicano, GAM, que cobra en promedio 5 mil pesos por certificar una obra, incluso si nos referimos a piezas de entre 300 y 500 mil pesos.
Los artistas vivos generalmente no cobran por certificar su obra y si lo hacen es una mínima cantidad. Cuestión de orden, aunque no me interese vender alguna de mis obras de arte plástico, es una buena sugerencia tener los certificados de autenticidad.
Además de las galerías o fundaciones autorizadas para otorgar estos certificados, están autorizados algunos hijos de grandes artistas, por ejemplo, de Rafael Coronel su hijo Juan certifica la obra de su padre. En el caso de Sofia Bassi, pintora surrealista, también su hijo certifica su obra.
Es importante si se va a comprar arte como inversión buscar artistas que tengan una plusvalía y que con el tiempo vayan subiendo de precio. Aunque puede pasar, observa Mizrahi, un fenómeno de estancamiento como es el caso de José Luis Cuevas cuya obra sigue valiendo lo mismo muerto que en vida. Y la explicación a ello no es clara, hay detonantes en el mercado y aunque les llega a pasar a algunos artistas plásticos, al final tienen un valor.
El maestro José Luis Cuevas es muy cotizado en Puebla y Monterrey, me asegura Mizrahi cuya galería está ubicada en el Hotel Presidente Intercontinental Puebla, en estas ciudades capital siguen comprando y buscando su obra. En la Ciudad de México, en cambio, ha disminuido esa demanda.
Sofia Bassi, es una gran pintora que se sigue buscando y vendiendo, porque como surrealista su obra no es tan costosa como la de Leonora Carrington. Así, para Mizrahi, hay un mercado de coleccionismo que está mirando hacia Sofia Bassi y por tanto su obra puede subir todavía más.
Ahora, ya sea porque quieres comprar más o hacerte de tu primer cuadro, en las subastas de arte siempre se puede encontrar el mejor precio y lo mejor es acudir a casas subastadoras importantes como Morton.
Edgar Mizrahi me detalla que existe un mercado del arte primario y secundario. En el mercado secundario se mueven todos los coleccionistas porque es dónde consigues mejores precios. Lo más cercano al mercado secundario son las subastas.
Tan importantes son estas casas subastadoras que el autorretrato “Diego y yo” de Frida Kahlo se vendió en noviembre del año 2021 en 34.9 millones de dólares. El precio más alto hasta entonces dado a una de sus obras durante la subasta organizada por la casa Sotheby´s de Nueva York. Este resultado en automático subió el valor de toda la obra de Kahlo.
El mercado primario es cuando el inversionista va a comprarle a un artista directamente o a través de una galería comercial. ¿Buscas una obra de Leonardo Nierman? Perfecto, puede costarte 200 mil pesos. Pero luego, comenta Mizrahi, alguien consigue una obra similar en técnica y medidas a través de una subasta de Morton en 90 mil pesos y entonces la pregunta es, ¿cuál es el precio de mercado de esta obra? El de la casa de subastas, me responde.
El mercado primario tiene precios de novedad y capricho. Tiene la facilidad de que directamente vas por una obra y no hay la tensión de la dinámica de subastas donde puede hacer varios o un par de opcionadores detrás de la misma pieza. Ya me ha pasado en las subastas de Morton y francamente es una tensión, diría, hasta adictiva.
La Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey son y seguirán siendo grandes mercados de arte, con un ritmo muy distinto al de otras ciudades del país. Estas grandes capitales demuestran el interés y el movimiento de la oferta y la demanda.
Hay que difundir el coleccionismo de todo tipo de arte, artistas emergentes, comerciales y consagrados. Pero me aconseja Mizrahi, la cabeza tiene que estar fría para aceptar que la obra puede subir de valor o no, pero al final es arte. Y el arte cambia la vida.