Latinoamérica, ¿una economía resiliente?

La resiliencia general de la región es el resultado de un arduo progreso obtenido en la gestión macroeconómica a lo largo de las últimas dos décadas

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 .  (Foto: iStock)

Las economías de América Latina y el Caribe se han mostrado relativamente resilientes ante la presión creciente del endeudamiento, la inflación y la incertidumbre mundial y aunque ya se han recuperado de la pandemia, han vuelto a los bajos crecimientos de la década anterior, señaló el Banco Mundial 

En un comunicado, refirió que su informe estima que el PIB regional crecerá 1.4% en 2023, una tasa inferior a la anticipada. Se esperan tasas de 2.4% para 2024 y 2025, demasiado bajas para lograr  progresos significativos en la reducción de la pobreza.  

“Los nuevos vientos en contra que provocan la caída en los precios de las materias primas, la suba en las tasas de interés en los países desarrollados y la incierta  recuperación de China podrían ensombrecer de nuevo las perspectivas de la región”, destacó. 

Luego de recuperarse de la pandemia, la región ha sobrellevado con relativo éxito las múltiples crisis provocadas por la guerra rusa en Ucrania y las incertidumbres que rodean a la economía  global. Tanto la pobreza como el empleo han regresado mayormente a los niveles previos a la pandemia, mientras que se espera que la inflación promedio, excluyendo Argentina, caiga a 5% en 2023, luego de alcanzar 7.9% en 2022.  

“La resiliencia general de la región es el resultado de un arduo progreso  obtenido en la gestión macroeconómica a lo largo de las últimas dos décadas. Preservar este  logro será primordial”, señaló el informe.

Sin embargo, los desequilibrios fiscales siguen siendo elevados, con un promedio estimado en  2.7% del PIB en 2023, lo que erosiona aún más el espacio fiscal ya de por sí reducido;  y se espera que el nivel de endeudamiento llegue al 64.7% del PIB este año,  levemente por debajo del 66.3% alcanzado en 2022. Además, las recientes quiebras bancarias en EU y Europa añaden incertidumbre. Sus repercusiones en el sistema bancario  y los flujos de capital en América Latina y el Caribe aún están por verse.  

“La región sigue siendo una de las menos integradas, mientras que la apertura comercial y la  inversión internacional directa se han estancado o han disminuido en la mayoría de los casos  durante los últimos 20 años; los países deben encontrar formas de ganar atractivo y aprovechar  la tendencia hacia la relocalización de empresas”, dijo William Maloney, economista jefe para  América Latina y el Caribe del Banco Mundial. 

“Además, aprovechar la extraordinaria  ventaja comparativa de la región en la producción de energía sostenible, los productos básicos  necesarios para las industrias verdes emergentes y su capital natural único ofrece una nueva  fuente potencial de crecimiento, pero esto requerirá políticas para facilitar el acceso a los  mercados globales, capital y tecnología."  

El reporte sugiere una serie de políticas de integración que los países deberían considerar para  aprovechar estas oportunidades. Esto incluye políticas de largo plazo, como reducir los riesgos  sistémicos, impulsar las inversiones en infraestructura tradicional y digital y mejorar el capital  humano; así como opciones a corto plazo, como preservar la estabilidad macroeconómica,  impulsar avances en la regulación aduanera y de transporte, y mejorar las agencias de  promoción de exportaciones e inversiones.