En marzo de 2017, el G20 instruyó al grupo de trabajo de la OCDE para que realizaran un trabajo sobre la economía digital ante los retos que esta implica para los fiscos internacionales; entre ellos, identificar los nexos vinculantes de las transacciones digitales y la caracterización de los pagos en el contexto de los nuevos modelos de negocios.
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En marzo de 2018 se presentó un informe provisional por la OCDE sobre los desafíos que se presentan sin mostrar posibles soluciones.
Las empresas altamente digitalizadas se caracterizan por su actividad sin sustancia física, su gran dependencia a los activos intangibles y que su principal valor está en la generación de datos.
Su regulación fiscal no tiene un consenso entre los diferentes fiscos, van opiniones desde que se requieren medidas específicas para regularlas hasta aquellas que consideran que son suficientes las normas existentes.
Ante esa falta de acuerdo, los fiscos internacionales han tomado diferentes medidas unilaterales para contrarrestar los efectos negativos en la recaudación de estas actividades.
Entre las medidas, están desde ampliar el concepto de establecimiento permanente; fijar retenciones especiales a estas actividades; regularlas a través de regímenes especiales o impuestos por el volumen de operaciones.
Para la OCDE, estas medidas unilaterales abonan más al desconcierto que a la solución ya que complican la legislación fiscal y muchas de ellas caen en una doble tributación.
Es un hecho que a la fecha no existe una uniformidad respecto de que cómo deben regularse este de tipo de empresas, pero donde si hay acuerdo es que la economía digital ha creado un gran hoyo en la recaudación.