La Comisión Europea retrasará su plan de presentar un nuevo gravamen sobre los servicios digitales a finales de julio, según dijo un portavoz, tras la intensa presión ejercida por la administración estadounidense.
Algunos funcionarios europeos también han cuestionado el valor del impuesto previsto por el ejecutivo de la Unión Europea después de que las 20 mayores economías del mundo acordaran una reforma global del impuesto de sociedades.
La administración estadounidense desconfía de la iniciativa de la UE, ya que quiere que se deroguen los actuales impuestos nacionales sobre los servicios digitales como parte de la revisión global del impuesto de sociedades transfronterizo.
"Hemos decidido dejar en suspenso nuestros trabajos sobre el nuevo impuesto digital como nuevo recurso propio de la UE", precisó el portavoz de la Comisión Europea, Daniel Ferrie, en una conferencia de prensa en Bruselas.
La UE volverá a evaluar la situación en otoño, comentó.
El Comisario de Economía de la UE, Paolo Gentiloni, había comentado que la prioridad de la Unión Europea era aplicar el acuerdo del G20 cuando se le preguntó si el plan de la tasa de servicios digitales podría posponerse
"Concluir con éxito este proceso requerirá un esfuerzo final de todas las partes, y la Comisión está comprometida a centrarse en ese esfuerzo", mencionó Ferrie, refiriéndose al acuerdo fiscal global, cuyos detalles finales tienen que ser acordados en octubre, antes de las aprobaciones nacionales de los más de 130 países que hasta ahora lo han respaldado.
La secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, se ha reunido con altos cargos de la UE en los últimos días y el lunes se reunirá en Bruselas con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Antes de la reunión, una fuente cercana a la UE había dicho que era una prioridad para ella desbaratar el nuevo impuesto digital.
Estados Unidos también teme que el plan de la UE, si se propone en julio, pueda socavar el acuerdo global y complicar su aprobación en el Congreso estadounidense. Incluso dentro de la Comisión hubo oposición, y un funcionario europeo se hizo eco de la opinión de que el nuevo gravamen podría perjudicar el acuerdo global más amplio.
La UE lleva años intentando imponer su propio impuesto digital y pretendía presentar su propuesta este mes para recaudar ingresos y financiar su enorme plan de recuperación económica tras la pandemia del COVID-19.