El mundo está en constante cambio y en materia fiscal no es la excepción, toda vez que con los avances tecnológicos se exige más y a la vez menos de los profesionistas dedicados al ámbito fiscal, es decir, por un lado, se requiere de una actualización constante para dominar las múltiples herramientas que brinda la tecnología, pero por otro dominando dichas herramientas se simplifica la labor del profesionista.
A la luz de esta premisa el licenciado Roberto Mendoza, Socio Líder de Impuestos y Legal de la Unidad de Negocios Noreste de KPMG en México, nos brinda una reflexión sobre el papel que juegan los fiscalistas en el mundo de los negocios en la actualidad.
Está claro que a nivel mundial el término “profesional” ha dado un giro importante con jóvenes que han identificado oportunidades —mucho más atractivas y mejor remuneradas— en las plataformas digitales. Las generaciones están creciendo en un mundo en el que las recompensas están a la vuelta de la esquina a través del —nada sencillo, ni demeritado— manejo de redes sociales. Hoy, el término “sé tu propio jefe” es una realidad para muchos jóvenes cansados del desarrollo tradicional, en términos académicos y profesionales.
Aunque todavía hay gente empeñada en lograr una carrera de éxito dentro de las grandes corporaciones, es una realidad que las nuevas generaciones parecen estar convencidas de que se puede lograr más con menos y consideran que su pasatiempo favorito debe ser su primera fuente de ingresos porque, para muchos, esta parece ser la nueva y única clave de la felicidad.
Todo lo anterior cobra relevancia cuando vemos las importantes cifras de rotación de personal en las empresas. Actualmente, las personas pueden dejar de lado el tema económico a cambio de una estabilidad emocional y una muy deseada, y bien priorizada, salud mental.
Una de las principales interrogantes que sobresalen es si realmente se está haciendo lo necesario para conseguir un atractivo en ambos frentes que permita un win-win entre el mundo corporativo y las nuevas generaciones, que motive e impulse el desarrollo y crecimiento del profesionista en México, lo cual, en ocasiones, no parece ser suficiente, o bien, la estrategia parece no ser del todo adecuada, ya que según estudios (con estimaciones de 2021), la tasa de rotación laboral es de 16.7 %, esto refiere una importante pérdida de capital humano, porcentaje que lo coloca como el país con mayor tasa de rotación en América Latina. A su vez, de acuerdo con encuestas de OCC Mundial, se identificó que 78 % de los trabajadores busca otro empleo por falta de oportunidades de crecimiento profesional.
Sin duda, se requieren diversas investigaciones para determinar la causa de estas cifras, pero si bien la rotación suele darse en diferentes niveles, son los jóvenes de reciente incursión al mundo laboral quienes buscan desafíos que les generen sentimientos de satisfacción y prospección, y están, usualmente, decididos a buscar una migración constante hasta que finalmente puedan lograrlo.
Este es uno de los principales problemas de la carrera del contador, específicamente del fiscalista, misma que suele considerarse aburrida, manual, rutinaria, sin mayores desafíos y basada en el famoso día 17 de pago de impuestos, cierre de mes, declaraciones anuales, entre otros cumplimientos.
Es evidente que el mundo se mueve en direcciones tecnológicas y, hablando específicamente de las ya conocidas —y hasta envidiadas— herramientas implementadas por el SAT para fiscalizar y automatizar los procesos de declaraciones, se han generado preguntas como: ¿ahora cualquiera puede hacer el trabajo? o ¿para qué necesito un equipo fiscal enfocado únicamente en cálculos ordinarios? interrogantes que sin duda se hacen estudiantes, empleados e incluso dueños y directivos cuyo principal objetivo es aumentar la rentabilidad y, por qué no, ahorrar recursos vía reducción de nómina.
Es una realidad que la práctica fiscal se encuentra en un proceso de transformación, y entre más rápido se acepte esto, mejores resultados se obtendrán, tanto para la empresa, como para sus empleados.
Por tal motivo, la práctica fiscal ha tenido grandes avances en los últimos años con el uso de tecnología y procesos estandarizados que han migrado de ser un valor agregado a ser imprescindibles. Para las empresas, se ha vuelto indispensable y beneficioso conocer a detalle el uso de la tecnología para consolidar sus estrategias, mejorar la eficiencia y el control y manejo de su información, así como conocer las habilidades del equipo fiscal, saber cómo trabajan sus integrantes y medir su desempeño en comparación del mercado y la competencia; todo esto, para desarrollar procesos y esquemas óptimos que cumplan con las obligaciones fiscales de manera eficiente y eficaz enfocándose en generar un valor agregado al negocio.
Por su parte, el perfil del profesionista fiscal está en constante evolución, pasando de ser un simple ejecutor y capturista a ser un asesor de cabecera, multidisciplinario, generador de confianza, identificador de oportunidades o coach de negocios, ya que en el presente, estos perfiles exigen confianza, herramientas y habilidades específicas con las que puedan ofrecer resultados de alta calidad y dar el mencionado valor agregado.
Es evidente que ya existen objetivos en común tanto en la evolución de la práctica como en las funciones del equipo fiscal para lograr una ventaja competitiva en el mercado y un enfoque más estratégico dirigido hacia la generación de valor para el negocio, a través del aumento de eficiencia, minimización de errores, optimización de procesos, entre otros temas de mejora. Aunado a esto, la importancia de la evolución tecnológica se vuelve ahora algo más favorable, prometedor y crucial.
En definitiva, los profesionistas de hoy buscan un equilibrio entre las habilidades con las que cuentan y los retos a los que se enfrentan. Si no se consigue este equilibrio, la relación entre empleado y empleador difícilmente dará sus frutos, puesto que este genera una motivación constante y una búsqueda de objetivos individuales que se transforman en valor agregado para las empresas y es aquí donde se logra el verdadero win-win. De esto se deriva la importancia de que ambas partes consigan una transformación rápida, productiva y eficaz.