En los años 90 e inclusive en el 2000, se habló mucho por la autoridad hacendaria del abuso que los contribuyentes realizaban de la deducibilidad de los automóviles.
Por ello, se establecieron varias restricciones, entre ellas, el llamado automóvil utilitario. No obstante, finalmente el legislador se decantó por definir un monto máximo deducible de la inversión de automóviles.
Automóvil ¿inversión o gasto?
Se debe recordar que, en el Impuesto sobre la Renta (ISR), la adquisición de un vehículo es considerada una inversión, porque tienen una incidencia en las actividades de la empresa por un periodo mayor, extendiéndose incluso en varios años o ejercicios.
Así, las inversiones únicamente se podrán deducir en un porcentaje máximo autorizado por la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR) en cada ejercicio. Este porcentaje se aplica sobre el monto original de la inversión (precio del bien, impuestos efectivamente pagados, excepto el Impuesto al Valor Agregado (IVA), así como comisiones y honorarios), con las limitaciones que la propia ley señala.
Las inversiones en automóviles son deducibles hasta por un monto de 175 mil pesos; tratándose de híbridos o eléctricos son deducibles hasta por un monto de 250 mil pesos (art. 36, frac. II, LISR).
Si se observa el mercado de automóviles y también la inflación, es claro que dicho monto se encuentra descontextualizado de la realidad económica; la última actualización data de 2017. Este mismo efecto se presenta en lo que se refiere a los gastos subyacentes al vehículo que también se encuentra fuera del contexto económico.
Adicionalmente, en el caso del impuesto sobre tenencia que también deben pagar los tenedores de estos automóviles, la mayoría de las entidades federativas han eliminado los subsidios otorgados, o estos no están acordes con el valor actual de los vehículos.
Basta señalar que el subsidio a este impuesto en la CDMX es de 250 mil pesos más IVA. De acuerdo con algunas páginas especializadas, el vehículo más económico actualmente cuesta 230 mil pesos más IVA, lo que hace casi nugatorio el subsidio, tratándose de vehículos nuevos.
Si bien a nivel internacional se trata de desincentivar el uso del automóvil, las cargas tributarias en relación con estas inversiones son muy altas y no ayudan a la economía de las empresas.