Política fiscal y monetaria, ¿contrarias?

La descoordinación de políticas se da porque mientras la monetaria intenta disuadir o posponer el gasto o la demanda de empresas y personas, la política fiscal lo alienta

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 .  (Foto: Getty)

La coordinación entre las diversas políticas económicas es siempre muy importante, particularmente entre las políticas monetaria y fiscal. Lo recomendable es que ambas apoyen los mismos objetivos, aunque no siempre es así, de acuerdo con el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), en México, son casi contrarias. 

En un comunicado señaló que el mantener sin cambio la tasa de referencia del Banco de México en 11.25% implica que la junta de gobierno no está aún convencida de que las presiones inflacionarias han sido ya controladas. 

Consecuentemente, la tasa de interés es elevada. En términos reales -es decir, deduciendo de la tasa de política actual la expectativa de inflación del 2024 (4%)- la tasa real alcanza 7%, que es sumamente alta.

Con ello, se intenta disuadir el gasto de empresas y hogares, al ser más caro el crédito y más rentable el ahorro, y con ello reducir la presión inflacionaria, además de generar expectativas de menor inflación.

“La descoordinación de políticas se da porque mientras la monetaria intenta disuadir o posponer el gasto o la demanda de empresas y personas, la política fiscal lo alienta”, subrayó.  

En ese sentido, destacó que el proyecto de presupuesto federal para 2024 es expansivo. Contiene un aumento del gasto público muy elevado, mucho más alto que la previsión de ingresos y con el mayor déficit de los últimos 25 años. Por ello, estimula el gasto agregado, contrariamente al propósito de la política monetaria.

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 -  (Foto: Redacción)

Agregó que el programa fiscal para el año próximo contiene diversos riesgos para la transición política y sobre todo para el nuevo gobierno que tomará posesión en octubre. Además, es incongruente con el objetivo de estabilidad de precios de la política monetaria y dificulta la consecución del objetivo de la tasa de inflación plasmado en el Programa Monetario del Banco de México.  

Por ello, señaló que en su tarea de revisión y aprobación de la Iniciativa de Ley de Ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, bien haría el Congreso de la Unión en reducir los riesgos y propiciar una mayor coordinación entre las políticas monetaria y fiscal, en beneficio de la estabilidad y la reactivación económica a futuro.

Consecuencias de la falta de coordinación 

La falta de coordinación entre las políticas en cuestión es un obstáculo para la reducción de la inflación hacia el objetivo de 3% más/menos 1 punto porcentual. Pero las consecuencias no terminan ahí, aseveró el CEESP

Explicó que por el lado monetario, la necesidad de mantener las tasas de interés tan elevadas, frente al impulso fiscal al gasto agregado, encarece el crédito a las empresas y de una manera regresiva, por lo que las altas tasas de interés actúan en detrimento del desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs). 

Para los corporativos grandes el efecto es menor que para las MiPyMEs, que alojan a la mayoría de los empleos y, muy importante, deberían tener más oportunidades de crecer para ser más productivas y aumentar así la concurrencia y la competencia en las industrias. Esto, en beneficio final de la economía en su conjunto. 

Por el lado pasivo, de la inversión financiera, las elevadas tasas de interés aprecian el tipo de cambio. Esto, junto con los fuertes aumentos salariales que se han presentado en años recientes, afecta la competitividad del país en su conjunto, y también es probable que afecte los costos de las MiPyMEs en mayor proporción.

La apreciación del tipo de cambio ha llevado al “tipo de cambio real” -una medida que normalmente refleja la competitividad del país en términos macroeconómicos- a un nivel inferior a fines de 2015 (poco más de 10% respecto a EEUU, y alrededor de 20% respecto a 111 países) indicando una pérdida de competitividad

La pérdida de competitividad se exacerba si se toma en cuenta que la productividad en México ha caído. El costo unitario de la mano de obra (de producir bienes) ha aumentado considerablemente desde fines de 2015, en casi 40%, y por arriba del de nuestros principales socios comerciales y muchos otros.