Por Carmen Luna
La economía requiere de otra variable para enfrentar un entorno externo adverso, porque el peso mexicano absorbió el impacto de los choques externos desde mediados de 2014, pero las presiones para la moneda y la inflación van al alza; además de que el tema cobra relevancia ya que Donald Trump pretende implementar un plan fiscal con efectos negativos para México o sobre las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El Banco de México (Banxico) mantuvo su tasa de interés referencial en niveles históricamente bajos (3 %) desde mediados de 2014 hasta finales de 2015, y pese a la caída de nuestra moneda no se elevó el precio del dinero. Asimismo, la depreciación ayudó a disminuir déficit de la cuenta corriente, en particular el de la balanza comercial no petrolera, que pasó de 4,495 millones de dólares (mdd) en 2015 a 312mdd en 2016.
El director de estrategias de mercado de Finamex Casa de Bolsa, Guillermo Aboumrad, señaló que “estamos muy apretados, llegamos a una situación donde se acabaron los espacios; antes había un área para que se depreciara la moneda porque no había inflación, pero ya tienes a la inflación encima, no puede usar al peso como variable de ajuste porque ya es inflacionaria”.
A mediados de 2014 y 2016 el peso perdió 37.71 %, afectado por la expectativa de mayores tasas de interés en Estados Unidos, la salida del Reino Unido de la Unión Europea y el proceso electoral de Estados Unidos.
En cuanto a la política monetaria expansiva, logró contener la inflación solo unos meses y ahora se encuentra por arriba de la meta de Banxico con 3 % +/- un punto porcentual presionada por la caída del peso, por lo que para romper este ciclo de depreciación e inflación, es necesaria una apreciación sostenida del peso, es decir, se requiere de otra variable que también absorba las presiones externas, pero “esto se ve poco viable”.
La principal variable para sustituir al peso es la política fiscal; sin embargo, esta tiene un margen limitado ya que si EU recorta los impuestos para las empresas, México tendría que responder de la misma manera, pero el mismo titular de la SHCP admitió que esto será complicado: "Nosotros tenemos que partir de una primera realidad, tenemos mucho menos espacio fiscal que Estados Unidos"; no obstante, aunque aún no hay nada oficial, Donald Trump pretende recortar la tasa impositiva que grava las ganancias corporativas a 20 % desde 35 %.
Sobre el margen de maniobra de las finanzas públicas es limitado para recortar impuestos, las calificadoras Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch tienen en revisión la calificación crediticia de México y esperan que Hacienda logre la consolidación fiscal este año.
Fitch dijo que ni siquiera la consolidación fiscal de México es suficiente para estabilizar la deuda pública, esto en un contexto de menor crecimiento económico y mayores tasas de interés; en tanto que Moody's sostuvo que para contrarrestar un plan fiscal agresivo de Trump, nuestro país debería implementar una reforma fiscal que amplíe la base tributaria.
Guillermo Aboumrad explicó que “si hay una mala negociación del TLCAN o un plan fiscal de Trump muy agresivo, lo más seguro es que el tipo de cambio se tenga que depreciar, lo que generará presiones inflacionarias”,
Por su parte, Banxico dijo que aún con su programa de coberturas cambiarias, no pretende defender un nivel del peso, porque no sabe si se va a requerir un tipo de cambio más débil en el futuro.
Por lo pronto, el banco central americano elevó su tasa de interés referencial a 1 % -un nivel no visto desde 2008- , lo que aumenta el atractivo de los activos estadounidenses como el dólar, lo que puede jugar en contra del peso.
Ante ellos, el economista en jefe de Fitch, Brian Coulton, señaló que “el impacto de la fortaleza del dólar puede tener amplios efectos globales (…) Aumentar tasas de interés y un dólar fuerte han añadido históricamente riesgos financieros para los mercados emergentes”.
Con información de Expansión