Las desigualdades económicas de género afectan la calidad de vida de las mujeres, pero también el desarrollo integral de un país. En México, por ejemplo, la tasa de participación laboral es de 48% lo cual surge de una participación masculina en torno al 71%, mientras que la femenina es tan solo de 23%, señaló el informe "Pobreza y desigualdad 2015" realizado por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, con el apoyo del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Centro de Investigaciones para el Desarrollo Internacional de Canadá (IDRC).
El reporte detalla que el lugar donde habita una mujer guarda una estrecha relación con las posibilidades de que sufra una situación económica desventajosa, pues en México apenas tres de los 2,456 municipios mexicanos registraron una brecha favorable en participación laboral para las mujeres.
Asimismo, el informe precisó la estrecha linea que existe entre la zona en la que vive una mujer y la forma de generar sus propios ingresos, además de que las mujeres más vulnerables son a menudo las que viven en comunidades rurales pobres, especialmente las afrodescendientes e indígenas.
"Lo que este informe deja en claro es que las mujeres que más sufren la desigualdad económica en América Latina se encuentran sobre todo en las zonas rurales. Los proyectos de desarrollo rural deben adoptar un enfoque territorial y de género para reducir estas brechas", aseguró Joaquín Lozano, Director del FIDA para América Latina y el Caribe.
Dicho índice pone de relieve a Bolivia como el país con la mayor igualdad territorial, lo que significa que las diferencias de desarrollo en sus territorios eran las más pequeñas de entre los 10 países analizados (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y Perú).
