Por Estefanía Camacho
En México, el único documento legal que permite a una mujer ausentarse del trabajo por labor de parto es un certificado que la califica como "incapacitada" y que se utiliza también para los trabajadores que sufrieron de "un padecimiento derivado de un accidente o enfermedad", según el IMSS.
En el país la mayoría de las madres son esposas o compañeras del jefe del hogar (54.6 %), mientras que una de cada cuatro (24.8%) son jefas del hogar. De ellas, la mayoría son separadas, divorciadas, viudas o solteras (69%), de acuerdo con cifras del INEGI.
Por otro lado, el 33.4% de la población femenina ocupada y con hijos trabaja en el sector informal, es decir no cuenta con acceso a servicios de salud como prestación laboral.
Sin embargo, especialistas consultados por IDCOnline, coinciden en que el acceso a un trabajo remunerado como mujer y madre es difícil y en algunos casos, no es una cuestión de elección, sino que el cuidado de los hijos y las condiciones laborales resultan incompatibles.
Respecto al uso del tiempo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revela que, si el trabajo doméstico y de cuidados que se realizan en forma no remunerada tuviera precios de mercado, aproximadamente un quinto de la riqueza que hoy se contabiliza en las cuentas nacionales estaría siendo producida en los hogares, principalmente por las mujeres.
Realidad
“Históricamente en México las mujeres han tenido restringidos sus derechos porque socialmente es convencionalmente más productivo, económicamente hablando, que el reconocimiento del desarrollo caiga en manos del género masculino. Hoy todavía sigue siendo más retribuible que el hombre salga a cumplir con esta función de proveeduría para una familia donde el mercado así ha estado establecido”, opinó el abogado Monsalvo Álvarez en entrevista.
La CEPAL dio a conocer en 2017 que el mercado laboral es la llave maestra para la igualdad y desde allí es desde donde la redistribución de ingresos, pero también la garantía de derechos, se hace efectiva.
“Los países de la región han aumentado la proporción de mujeres en el mercado del trabajo, sin embargo, en los últimos 10 años la tasa de actividad femenina en la región se ha estancado en el entorno de 52%, denunciando un techo en la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado”, explicó la Secretaria Ejecutiva del organismo internacional, Alicia Bárcena, en un comunicado.
Estigma
Los roles de género culturalmente establecidos en la sociedad mexicana, así como lo que establece la LFT, están inclinados hacia el hecho de que la participación de la mujer en el cuidado de un recién nacido sea lo predominante.
En México una mujer cuando está embarazada tiene derecho a 12 semanas de “incapacidad”, (por lo menos dos antes del parto y las demás transferibles al periodo posterior), mientras que el hombre goza únicamente de cinco días de permiso de paternidad.
Ana Pecova, directora ejecutiva de la organización Equis: Justicia para las Mujeres ejemplificó con el modelo de Suecia en donde, por parte del Estado dan licencia de maternidad o paternidad por seis meses –en México no hay ni una sola palabra para esto, que es "parenting" en inglés- , y lo pueden dividir entre ambos si se ponen de acuerdo, según quién gana más o como mejor les convenga.
“Y aquí en México, la madre está obligada, quiera o no, por ley a tomar los 42 días según le convenga o no. Por ello, hay que ver cómo incluir a los hombres, hay que ir borrando los roles tradicionales que dicen que solo la mamá puede cuidar al hijo”, rectificó Pecova.
Desde el punto de vista del también académico Luis Monsalvo hay una realidad cambiante y que modificó las circunstancias familiares donde es evidente que esta figura de la generación ‘babyboomers’, donde había un padre de familia que producía los bienes y el factor económico y el de una madre que se quedaba al cuidado de los hijos y del hogar, cada vez ha quedado más atrás.
Consecuencias (económicas)
En sus últimos estudios, la CEPAL demostró que el aumento de la mano de obra femenina disponible e inserta en el mercado contribuiría a la reducción de la pobreza en la región con casos paradigmáticos como el de El Salvador donde la pobreza se podría reducir hasta 12% de contar con ingresos laborales para las mujeres.
Tampoco sorprende que uno de las ocho propuestas para contribuir al desarrollo económico, además de impulsar la economía familiar, esté la igualdad de género, según la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana.
“El tema de la discriminación en Estados Unidos, por ejemplo, cuando tú le des prioridad a un hombre sobre una mujer respecto de un puesto de trabajo, no tiene que ver con los derechos de la mujer, tiene que ver, con que si estás lo suficientemente afectado y parcializado para no identificar que hay una mujer que puede desempeñar el trabajo de un hombre, entonces estás afectando la economía del país por un prejuicio tuyo”, subrayó Luis Monsalvo, también experto en prácticas de anti-discriminación en el empleo.
En México un problema que Ana Pecova observa es el tamaño de la industria informal sin prestaciones y sin seguro, aunque cuando incluso cuentan con él, la capacidad de las guarderías que pertenecen al sistema del seguro social es mínima; están saturadas con listas de espera de más de seis meses.
Propuestas
Legislaciones, incentivos fiscales a la iniciativa privada y sobre todo, un cambio en la mentalidad cultural son las propuestas que hacen los expertos que permitan que las políticas de seguridad social sean ventajosas para los trabajadores y la economía en general.
“Hay mucho que se puede hacer. Algo esencial son las redes de cuido para los niños, porque si no hay una facilidad para las madres jóvenes en la que puedan dejar a sus niños y niñas en un lugar que ellas confíen que sea de buena calidad, donde se va a dar un buen cuidado, ya ese es un obstáculo enorme e infranqueable para ir a buscar trabajo por tener que cuidar personalmente a los hijos”, ponderó el doctor José Manuel Salazar Xirinach, Director Regional de para América Latina y el Caribe de la OIT.
Asimismo, el maestro Monsalvo Álvarez consideró que si se ofrecen ciertos incentivos a las empresas -porque a las empresas se les llega por la bolsa-, con los que, si tú tienes o contratas a mujeres embarazadas, en lugar de que ocurra lo común que sería no dar el puesto de trabajo, al contrario podrían tener un incentivo fiscal, cierta deducibilidad sobre los salarios de la persona durante un año o algún porcentaje de tiempo.
Finalmente, estas propuestas no deben ser observadas como una forma de “ayuda” o que envíen el mensaje contrario como tildar a las mujeres como débiles o protegidas.
“Cualquier persona que haya tenido la oportunidad en su vida adulta consciente de revisar y de estar cerca de lo que significa un trabajo de maternidad y paternidad, se da cuenta de una manera muy diáfana que no hay nada de débil ni sencillo en cómo criar a tus hijos y cómo poder proveer de los medios económicos necesarios, y los medios anímicos y sociales para que la persona que se está educando se a una persona de bien”, finalizó Luis Monsalvo Álvarez.