Las naciones que componen la región de norte del continente americano están unidos por lazos comerciales, productivos y de inversión, mismos que generan un impacto en su productividad y competitividad.
Los subordinados de las empresas afectadas por esos vínculos juegan una parte importante, pues con sus servicios ayudan a lograr la evolución económica de la zona.
El ámbito laboral es un tema ineludible en la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); pero a pesar de su relevancia, no se habla claramente del rumbo que tendrán las pláticas de los involucrados; por lo que se debe atender a la visión de quienes han estudiado la trascendencia de su replanteamiento.
Por ello IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral platicó con el maestro Oscar Zavala Gamboa, profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM y vocal de la Sociedad Mexicana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (SMDTSS) y la doctora Laura Coronado investigadora del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Conacyt) y del Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales (Cairi) y, y profesora de Régimen Jurídico del Comercio Exterior Mexicano en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac, quienes amablemente emitieron su opinión sobre los tópicos vertidos en los cuestionamientos señalados continuación:
¿Qué aspectos laborales se discutirán en la renegociación del TLCAN? y ¿por qué?
¿Cree usted que es alcanzable la igualación de los salarios en los tres países?
¿Qué pasaría con los trabajadores si no se firmara el TLCAN?
Mtro. Oscar Zavala Gamboa
Tenemos que considerar los avances en las pláticas que hasta ahora lleva el TLCAN, pues así podemos identificar las prioridades y la forma en que se han tomado decisiones y acuerdos en un proceso de negociación en el que los países participantes han demostrado implícitamente cuáles son sus respectivas agendas.
Resalto el término implícito, porque –como en toda transacción– difícilmente las partes proporcionaran datos que pudiera obstaculizar las conversaciones o principalmente que se les señale como interlocutores no confiables; es por ello que la información pública y los pronunciamientos unilaterales y trilaterales se siguen manejando con cautela.
Así, el pasado 21 de noviembre los equipos de estudio de México, Canadá y Estados Unidos de América (EUA) dieron por concluida la Quinta Ronda de lo que ellos mismos han referido como una “modernización” del TLCAN. En dicho pronunciamiento, los ministros comunicaron que la Sexta Ronda se celebrará del 23 al 28 de enero del 2018 en Montreal, Canadá.
No obstante, se continuará con gestiones en reuniones intersesionales en Washington, D.C. a mediados de diciembre, ante lo cual es viable suponer que los tópicos de trabajo tendrán presencia.
Los temas laborales viables en la agenda de los equipos evaluadores, se infieren del documento que sorpresivamente publicó el gobierno de EUA, titulado Summary of Specific Negotiating Objectives for the Initiation of NAFTA Negotiations, en el que se destaca un capítulo específico para los rubros de la materia, en los ámbitos adjetivo y sustantivo, y en el que se encuentran los puntos indicados enseguida:
- refiere que en lugar de contar con el Acuerdo de Cooperación de América del Norte en Materia Laboral (ACANML), la parte laboral se incluyera en el núcleo central del TLCAN
- exige a los involucrados que adopten (en sus leyes y prácticas) las normas laborales fundamentales reconocidas internacionalmente como la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
- impone a los Estados participantes del pacto el deber de contar con normas que rijan las condiciones aceptables con respecto a los salarios mínimos, las horas de la jornada y la seguridad y salud en el trabajo
- establece las reglas por las cuales se aseguren que los interesados en el TLCAN no fallen en hacer cumplir sus lineamientos laborales, fijando estándares reconocidos internacionalmente y aspectos admisibles relacionados con los salarios mínimos, el horario de los servicios, y las directrices de higiene ocupacional
- obligar a los involucrados a tomar iniciativas para prohibir el comercio de bienes producidos mediante el trabajo forzoso, independientemente de si el país de origen pertenece al TLCAN
- proporciona acceso a procedimientos administrativos y judiciales justos, equitativos y transparentes
- asegura que los deberes de la materia estén sujetos al mismo mecanismo de solución de controversias que se aplica a otras obligaciones exigibles del ACANML
- mantiene un comité laboral de alto nivel, que se reunirá periódicamente para supervisar la implementación de los compromisos e incluir un mecanismo de cooperación y coordinación en tópicos relativos al mundo laboral, en el cual se incluyan oportunidades para la participación de las interesados en la identificación de las necesidades
Los elementos anteriores son visualizados como los mínimos a analizar en el campo del trabajo, particularmente porque fueron explícitamente especificados por el gobierno de EUA y encajan perfectamente en la agenda que las tres naciones han referido sobre las relaciones entre patrones y sus colaboradores.
Acerca de la posibilidad de igualar las percepciones de los subordinados del bloque, es de señalar que cuando recién iniciaron las renegociaciones resultó interesante lo expresado sobre el particular, por Jerry Dias, uno de los líderes sindicales más importantes; para él México es el obstáculo en la revisión y citó un ejemplo: en el sector automotriz dicha nación tiene tan solo el 8 % del mercado, no obstante ocupa al 45 % de los trabajadores en esa actividad a nivel regional, lo que claramente es desproporcionado. De igual forma, el gobierno del presidente Trump ha señalado que es fundamental abordarlo en la evaluación del TLCAN.
El interés de estos países en el aumento del salario radica en que varias compañías, principalmente automotrices, han cerrado en EUA y Canadá, para transferirse a la República Mexicana, por una cuestión fundamental: los bajos salarios y el abaratamiento de la mano de obra que existe en este Estado, hecho que es lamentable.
Se aprecia que no es posible alcanzar una igualación salarial en los tres involucrados, por lo que no se sabe si el reciente aumento del 10.4 % es suficiente para que el equipo mexicano pueda negociar; porque tanto el sector empresarial –Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex)–, como el obrero, calificaron este avance como limitado, cuestión que contrasta incluso con lo referido por el entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade quien lo consideró un adelanto positivo.
Respecto de qué sucedería con los subordinados si no se firmara el TLCAN; hay que contemplar por un lado, que Canadá y EUA insisten en el aumento salarial en México, pero es una cuestión que en nuestra visión es difícil de alcanzar por la situación económica tan dispar entre las tres naciones. Lo que se puede hacer es aumentar el poder adquisitivo del salario, y esto utilizarlo como moneda de cambio, aunque no es ninguna garantía de éxito.
Por otra parte, es preocupante lo manifestado por Kenneth Smith, jefe negociador quien indicó que existe el riesgo de perder millones de empleos generados bajo el TLCAN vigente; por lo que en principio no es prometedor un escenario sin el tratado, por lo menos en los efectos inmediatos.
América del Norte es una de las regiones más extensas y complejas del mundo y la relación trilateral abarca más de 25 mesas de negociación para una necesaria actualización de las mismas. Es así que el ámbito laboral puede verse beneficiado –o en riesgo– de manera transversal con diversos puntos de la renegociación del TLCAN, pues actualmente se está proponiendo desde la inclusión del comercio digital (una gran oportunidad de negocios para el crecimiento exponencial de patrones mexicanos), y hasta la regulación de pequeñas y medianas empresas.
Hasta el momento, el hermetismo por parte de las delegaciones revisoras ha primado, pero de concretarse la continuidad del acuerdo internacional, los colaboradores nacionales contarán con mejores condiciones laborales ya que la propuesta presentada por Canadá y México, pretende consolidar un mercado laboral más estable y que cumpla con los convenios suscritos en el marco de la OIT que han ratificado ambas naciones (libertad sindical, igualdad de remuneración, abolición del trabajo forzoso y del trabajo infantil, discriminación, edad mínima) mismos que tiene pendientes por suscribir EUA.
Respecto de si es alcanzable la equiparación de las remuneraciones de los tres estados, una de las metas de gobierno estadounidense es la creación de empleos dentro de su propio territorio, lo cual es algo encomiable, pero para lograrlo el presidente Trump, equivocadamente, considera indispensable restar la competitividad de las otras regiones.
Lo que parece olvidar es que uno de los principios básicos del derecho –que puede resumirse en la frase de Aristóteles– es que la justicia es: “tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales”, es decir, una homologación de los salarios en la zona de América del Norte es inviable toda vez que las condiciones económicas son distintas en los tres países.
Sin duda, es deseable una mejora sustantiva en los ingresos de las familias mexicanas pero la manera acertada de conseguirlo es a través de la inversión (nacional, extranjera, pública y privada) y creando sinergias positivas para contar con capital humano altamente calificado que brinde servicios de clase mundial pero que, a su vez, reciba contraprestaciones atractivas para continuar capacitándose y permanecer en el país.
En cuanto al pronóstico de lo que ocurriría con el sector obrero si no se signara el pacto, sería lamentable que EUA decidiera renunciar al TLCAN, pues ello perjudicaría a los subordinados de los involucrados, pero la posición geográfica de la República Mexicana, sumada a cadenas productivas que se han consolidado en los últimos 20 años y la apertura de mercados a otras áreas posibilitaría que conservara gran parte de su planta laboral activa.
Una de las críticas constantes al Área de Libre Comercio de América del Norte ha sido que no ha otorgado las ventajas que en su momento se pensaron. El TLCAN y el ACANML suscrito en 1993 –conocido como uno de los consensos paralelos– sí ha dado ciertos resultados como la homologación de medidas de seguridad, salud y capacitación en ciertos sectores, pero esta es una nueva oportunidad para contar con medidas más ambiciosas.