Actualmente en las organizaciones se tiene la expectativa que sus directivos muestren dotes de liderazgo porque el éxito de aquellas, además de depender de las condiciones económicas y financieras de los sitios en donde son establecidas, también deriva de la manera en que dichos sujetos encauzan a todo el personal.
Asimismo, quienes ocupen puestos gerenciales deben contar con la aptitud de realizar la gestión indispensable para llevar a cabo las actividades para las cuales son creadas las empresas; esto genera una visión constructiva y libre de arrogancias de parte de quienes forman la cúpula de la organización, pero para llegar a este punto se requiere sembrar e impulsar en los líderes la virtud de la reflexión.
Las cualidades reflexivas se expresan bajo las siguientes circunstancias, en la práctica una parte de los esfuerzos de capacitación o formación de los colaboradores que ocupan puestos de dirección, se encaminan a forjar grandes líderes, porque cotidianamente deben sortear diversos desafíos, tales como: mantener el nivel de competitividad; cumplir las metas corporativas; consolidar el orden en la estructura orgánica y del personal; atraer talento que eleve la productividad, etc., solo que el directivo al enfrentar los retos de esta naturaleza corre el riesgo de tener que darle prioridad a alguno, o bien, ejecutar las actividades respectivas con cierta dificultad.
Aquí es en donde se produce la labor de gestión en la que el ejecutivo pasa del mundo de las ideas al de las acciones; lo anterior de acuerdo con el trabajo: Las cinco mentes del ejecutivo, de Jonathan Gosling, especialista en liderazbo y Henry Mintzberg, experto en temas de administración.
Dentro de este proceso los gerentes deben tener consciencia de la necesidad del trabajo en equipo; de que precisan de competencias intelectuales y de los pensamientos críticos y abstractos, es decir hacer las cavilaciones que la diligencia requiera.
Es muy bueno que los directivos adquieran conocimientos técnicos o especializados para atender con exactitud y alta calidad lo que se les presente diariamente, pero la introspección lo acerca a lo humano, y es en este punto tiene que potenciar los vínculos con el resto de los trabajadores, con base en un liderazgo con pasión y rector de las conductas encauzadas en el logro de los objetivos corporativos y el aumento de la productividad.
De esta suerte para fortalecer la capacidad reflexiva de los colaboradores encargados de dirigir el destino de las compañías es recomendable:
- implementar planes de formación que conlleven talleres o cursos que produzcan en ellos hábitos de meditación
- infundir la rutina de dar un paso atrás y detenerse a pensar antes de dar el primer paso en lo que deban emprender
- promover la revisión con detenimiento de los hechos y eventos experimentados y las enseñanzas que los mismos hubiesen generado
- crear un sentido de crítica como una técnica por la cual ubicar los factores negativos y positivos para mejorar el entorno. No se trata de colocar etiquetas o emitir juicios, sino realizar una abstracción para poder ver alrededor de forma distinta, y
- fomentar en los líderes la idea de –mirar hacia atrás para tener la capacidad de hacerlo hacia adelante–, es el de tener como objetivo: conocer la historia para instruirse paulatinamente con base en los eventos pasados
Las empresas tienen la oportunidad de potenciar el liderazgo y la competencia, en la gestión entre quienes se encargan de dirigirlas, y la ventaja de la misma es que si aquellos trasminan a todo el personal la pasión para desempeñar las tareas, este tenderá a repetir lo que ve de sus gerentes.
Asimismo, el que los líderes se destaquen por su capacidad reflexiva, asegura un ejercicio de funciones proactivo y apegado al aspecto humano, indispensable para que conjuntamente, patrones y subordinados, consigan los objetivos corporativos.