Los puestos directivos a nivel mundial están ocupados en su mayoría por hombres y de acuerdo con el estudio Women Matters Mx, la probabilidad de ascenso para las mujeres es mucho más limitada en comparación con las tasas de promoción que se observan para los hombres de un nivel a otro, a través de todos los rangos de la jerarquía profesional.
A detalle, las probabilidades de ascender solo se reducen del 23% en el nivel de entrada al 18% en el nivel de vicepresidente senior, mientras que para una mujer las probabilidades caen dramáticamente de un 21% en el nivel de entrada a un 3% en el nivel de vicepresidente senior.
Es una realidad que la participación de las mujeres en el mercado laboral va en aumento, sin embargo, en México, están subrepresentadas en todos los niveles jerárquicos de las organizaciones y este fenómeno se fortalece conforme los puestos son más altos. Ello a pesar de que el 45% de quienes se gradúan de la licenciatura son ellas.
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Y aun cuando alcancen esos puestos, los hombres tienden a ser mejor pagados que las mujeres desde el nivel de ingreso, y la diferencia se acentúa conforme aumenta el nivel profesional.
Esta brecha en nuestro país podría explicarse porque el 20% de las personas consideran que los hombres son mejores ejecutivos únicamente por su género y que el 17% cree que cuando hay trabajos escasos, los hombres tienen mayor derecho a uno.
Además de que un 43% de los mexicanos considera que si una mujer gana más dinero que su esposo ocasionará problemas en casa y cerca de la mitad opina que cuando una madre tiene un trabajo remunerado sus hijos sufren.
“Estos prejuicios hacia la mujer se traducen en obstáculos del tipo intangible que están enraizados en la sociedad mexicana y que limitan el desarrollo del talento femenino”, destacó el estudio realizadó por McKinsey & Company.
Pero no solo los contratantes y la sociedad tienen creencias que limitan el empleo de las mujeres, el 24% de ellas consideran que su género representa una dificultad para avanzar su carrera, lo que ocasiona que 70% de las que podrían trabajar se abstengan de hacerlo al percibir falta de oportunidades para ellas o que no están suficientemente calificadas.
“Esto es a pesar de que es conocido que el incremento de la participación laboral femenina tiene el potencial de producir cambios sustanciales no sólo en las condiciones de vida de las propias mujeres y de sus familias, sino también en las condiciones sociales y económicas de la sociedad en su conjunto”.
Aunado a lo anterior más del 80% de las empresas en nuestro país no cuentan con programas que reduzcan las diferencias y promuevan la inclusión.