La región de América Latina y el Caribe perdió 26 millones de empleos como consecuencia de la pandemia, informó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Informó que se inició el 2021 con un panorama laboral complejo agravado por nuevas olas de contagios y lentos procesos de vacunación que hacen más inciertas las perspectivas de recuperación en los mercados de trabajo.
“La búsqueda de una mejor normalidad va a requerir de acciones ambiciosas para recuperarnos de los retrocesos en el mundo del trabajo”, advirtió Vinícius Pinheiro, Director de la OIT para América Latina y el Caribe.
Los impactos en el trabajo fueron devastadores en el segundo trimestre de 2020 cuando los indicadores de ocupación y participación se desplomaron, y luego se recuperaron parcialmente, destaca la nota “Transitando la crisis laboral por la pandemia: hacia una recuperación del empleo centrada en las personas”.
Los impactos en el trabajo fueron devastadores en el segundo trimestre de 2020 cuando los indicadores de ocupación y participación se desplomaron, y luego se recuperaron parcialmente.
Aún así, al concluir 2020 la tasa de ocupación promedio de la región se había reducido de 57.4 a 51.7%, una fuerte caída que equivale a la pérdida de alrededor de 26 millones de empleos, de los cuales un 80%, es decir más de 20 millones de personas, salieron de la fuerza de trabajo.
Esta salida de la fuerza laboral fue inédita y ha sido una característica de 2020. En comparación, la tasa de desocupación ha reflejado solamente en forma parcial la magnitud de las dificultades por las que han venido atravesando los mercados laborales de la región, al aumentar en algo más de 2 puntos porcentuales entre 2019 y 2020, de 8.3 a 10.6%.
Según los datos disponibles de siete países, la recuperación del empleo en la segunda mitad de 2020 ha estado traccionada casi por completo por el crecimiento del empleo informal. Estas ocupaciones estarían dando cuenta de más del 60% del aumento total del empleo.
La OIT ha propuesto desarrollar estrategias de recuperación basadas en un Marco de políticas con cuatro pilares principales: estimular la economía y el empleo; apoyar a las empresas, los empleos y los ingresos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y recurrir al diálogo social para encontrar soluciones.
Destaca que en un escenario tan complejo como el actual “el dialogo social y la construcción de nuevos consensos, pactos o acuerdos son más relevantes que nunca” para avanzar en la recuperación del empleo.