La Organización Internacional del Trabajo (OIT) modificó a la baja sus previsiones para la recuperación del mercado laboral en 2022, y proyecta un déficit en horas trabajadas a nivel mundial equivalente a 52 millones de puestos de trabajo a tiempo completo con respecto al cuarto trimestre de 2019.
Refirió que La estimación anterior para todo el año realizada en mayo de 2021 proyectaba un déficit de 26 millones de puestos de trabajo a tiempo completo.
Según la publicación de la OIT "Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2022 (Tendencias 2022)", aunque esta última proyección supone una mejora con respecto a la situación de 2021, sigue siendo casi un 2% inferior al número de horas trabajadas antes de la pandemia a escala mundial.
"Las previsiones indican que el desempleo mundial se mantendrá por encima de los niveles anteriores al coronavirus hasta 2023 como mínimo. Se estima que en 2022 se situará en 207 millones de personas desocupadas, en comparación con los 186 millones de 2019", subrayó el organismo en un comunicado.
Por otra parte, el informe de la OIT advirtió también que el efecto general en el empleo es significativamente mayor al representado en estas cifras, pues muchas personas han abandonado la fuerza de trabajo. Según las proyecciones, en 2022 la tasa mundial de participación en la fuerza de trabajo se mantendrá 1.2% por debajo de la de 2019.
"En cierta medida, la rebaja de las previsiones para 2022 refleja el efecto que las variantes recientes del virus de la COVID-1, como Delta y Ómicron, está teniendo en el mundo del trabajo, así como la significativa incertidumbre respecto del curso futuro de la pandemia", explicó.
Asimismo, se están agudizando las desigualdades en los países y entre ellos, y debilitando el entramado económico, financiero y social de casi todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo.
Por ejemplo, el efecto desproporcionado de la crisis sobre el empleo femenino se mantendrá en los próximos años. Por su parte, a largo plazo, el cierre de instituciones de educación y formación tendrá “un efecto dominó” para los jóvenes, en particular para quienes no tienen acceso a Internet.