Para 2018, la productividad laboral en América Latina y el Caribe (ALC) apenas alcanzó cerca del 90% de la media para el contexto global, debido a las brechas que hay en la región y la falta de adopción tecnológica y transición digital de las empresas locales, indicó en 2020, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En ese sentido, fue presentado el estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “Transición digital, cambio tecnológico y políticas de desarrollo productivo en ALC: desafíos y oportunidades” realizado por Clauido Maggi, para ayudar a implementar y fortalecer iniciativas que mejoren la cooperación, calidad, gestión de recursos humanos, seguridad social y atención incluyente y salud en el trabajo con una inversión pública bien gestionada que impulse a la inversión privada.
Y es que menos del 10% de los trabajadores de la región utilizan las TIC para realizar actividades avanzadas, mientras un tercio de los trabajadores las usa regularmente en su trabajo, expuso la OCDE, por lo que es necesario favorecer la readaptación de las habilidades tecnológicas, sin descuidar las habilidades blandas.
Con esto en cuenta, el Informe de la OIT tiene el objetivo de generar una conversación entre todos los actores del mundo del trabajo, gobiernos, empleadores y trabajadores de América Latina y el Caribe, para promover la mejora de la productividad, basada:
- respetar los derechos humanos
- acatar las normas internacionales del trabajo como la libertad de asociación y negociación colectiva
- abolir el trabajo infantil, forzoso y todas las formas de discriminación
Fuentes de crecimiento de productividad
En la presentación del Estudio, Clauido Maggi compartió que las dinámicas entre productividad, crecimiento y trabajo, están basadas en la ganancia de productividad intramuros al interior de las empresas a través de sus esfuerzos de inversión, capacitación, innovación y/o gestión organizacional, así como el efecto neto por irrupción de nuevas compañías.
En ese sentido, el experto resaltó que las redes de apoyo a micro, pequeñas y medianas empresas son clave, pues identificó seis dimensiones meso y microeconómicas que ayudan a incidir en las trayectorias de productividad a mediano y largo plazo:
- tamaño y entorno competitivo: cerca del 50% de las micro empresas y Pymes operan informalmente, con carente acceso a recursos humanos calificados, infraestructura habilitante, capacidades gerenciales y tecnológicas y no tienen relevancia en sectores exportadores
- capacitación, habilidades, competencias laborales: el desarrollo del talento humano es pilar para avanzar hacia un mayor desarrollo productivo con inclusión laboral que además, cierre las brechas y promuevan inversiones en sectores no tradicionales
- capacidades de absorción y adopción tecnológica: las oportunidades tecnológicas de Pymes se relacionan mayormente con el acceso y uso de plataformas digitales
- innovación: estudios entre países han descubierto que las empresas que incorporan mejoras tecnológicas presentan conductas innovadoras diferenciadas con respecto a sus pares, reportando crecimiento en su productividad laboral
- organización del trabajo: cerca de un 30% de las diferencias de productividad entre el tramo de 10% de empresas menos productivas y el de 10% de empresas más productivas al interior de un país se explican por la masificación del teletrabajo
- contexto institucional: se debe tomar en cuenta el ámbito regulatorio, laboral, de provisión de infraestructura habilitante y del fomento productivo, transferencia tecnológica y promoción de la innovación
Políticas e iniciativas impulsan la productividad
El autor del estudio de la OIT, resaltó que se debe considerar el desarrollo productivo en la región, así como la heterogeneidad de la estructura productiva de la gran mayoría de las economías de América Latina y el Caribe, para ello se requieren de políticas de desarrollo productivo que prioricen las capacidades técnicas, operativas y políticas del tejido institucional con intervenciones público-privadas.
Dichas políticas deben ser inclusivas y promover la adopción de las nuevas tecnologías, promoviendo el desarrollo de capacidades de adopción tecnológica, incluso desde el sistema educativo, incluso desde la primera infancia, mientras en la terciaria, se pueden modificar programas curriculares, crear nuevas carreras, ofrecer especializaciones de menor duración que mitiguen los riesgos de rezago de la oferta educativa.
No obstante, para la elaboración de políticas e iniciativas que impulsen la productividad, se deben considerar estrategias en diferentes niveles y segmentos productivos con medidas que garanticen la sostenibilidad medioambiental y social, la inclusión laboral, y el cierre de brechas de género, así como el nivel de ingresos y tipo de empresas:
- empresas modernas e insertas en mercados internacionales, con altos estándares de productividad
- grandes empresas en sectores primario/exportadores, sensibles a ciclos de precios internacionales, con potencial para incrementar su productividad y liderar encadenamientos virtuosos con proveedoras locales
- empresas y emprendimientos jóvenes o startups con alto potencial de crecimiento, basadas en conocimientos o tecnología, que requieren de condiciones para escalar productivamente
- Pymes que operen principalmente en mercados domésticos con brechas de adopción de tecnologías y capacidades básicas de gestión
- microemprendimientos informales y trabajadores por cuenta propia, con menor acceso a canales de capacitación y trasferencia tecnológica
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