Para medir el valor de las empresas hay muchos indicadores, pero hay un elemento diferenciador y tangible que hace que una empresa pueda adaptarse a los nuevos tiempos, capaz de resolver los desafíos y que también tenga una buena imagen: sus colaboradores.
Más allá de simplemente ofrecer productos o servicios, las empresas deben establecer una identidad sólida y positiva en la mente, no solo de sus consumidores, sino de sus colaboradores. Porque ellos son los primeros embajadores de marca, y poseen un papel fundamental en la construcción y proyección de la imagen corporativa.
Que los colaboradores sean embajadores de marca significa tener un equipo de personas productivas y motivadas, que comparten y viven los valores corporativos. Está comprobado que la felicidad de los colaboradores está estrechamente vinculada con su productividad, y, en consecuencia, con el crecimiento de la empresa y la reputación corporativa. Las empresas con empleados felices tienen un aumento de la productividad del 31% y un alza de las ventas del 37%, según Shawn Achor, profesor de psicología en la Universidad de Harvard.
Y más allá, los colaboradores se convierten en la mejor o peor recomendación para una empresa. Las experiencias y opiniones de los empleados son cruciales, ya que pueden influir directamente en cómo se percibe la empresa en el mercado. En 2023, el 94% de las personas menores de 35 años examinan la imagen reputacional al buscar trabajo, según cifras del 2do Estudio de Felicidad Organizacional de Grupo Adecco México y Awards of Happiness.
A medida que las interacciones entre las empresas y sus audiencias se vuelven más transparentes gracias a la era digital, el posicionar a los colaboradores como embajadores de marca es cada vez más relevante. La comunicación interna puede llegar a ser la mejor herramienta de comunicación externa de una compañía.
Comprender cómo gestionar la comunicación interna puede marcar la diferencia entre una reputación corporativa sólida y positiva, y una quebrantada por la falta de cohesión interna y el descontento de los empleados. Se requiere de un storytelling emocional que utilice una simbología emotiva y cercana. El futuro de las empresas supone cada vez más una mayor interconexión de quienes trabajan en ella.
En última instancia, las empresas se enfrentan a nuevos retos como: liderar conversiones y fidelizar a sus colaboradores, ya que sin ellos no convencerán ni sobrevivirán. La buena noticia, es que pueden capitalizar el potencial de sus colaboradores para forjar una reputación corporativa duradera y auténtica e incrementar su capacidad en el mercado competitivo de hoy en día.