Las generaciones más jóvenes han marcado un antes y un después en el mundo del trabajo. La incorporación de millennials y centennials al mercado laboral ha sido clave para avanzar en conversaciones en torno a la salud mental, el desarrollo de carrera, la diversidad e inclusión, la transparencia en las relaciones laborales, el impacto social de los negocios, entre otros aspectos.
El 93% de los trabajadores a nivel global reconoce que sus compañeros centennials han influido positivamente en ellos para poner límites entre el trabajo y la vida personal, en la apertura a nuevas tecnologías, en el deseo de éxito profesional, en la remuneración justa y en el impacto social y ambiental de las empresas, según la encuesta La Era de la Adaptabilidad: liderando una fuerza de trabajo moderna y sostenible de ManpowerGroup.
¿Qué nos han enseñado los jóvenes sobre el empleo? La lección más grande -y de la cual se desprende todo- es que el salario no es lo único importante. Es decir, de nada nos servirá ganar bien si nos encontramos en un mal ambiente de trabajo, si nuestra salud física y mental se merma, si la organización daña al medio ambiente o no se preocupa por problemas sociales o si no hay un trato digno en el entorno laboral.
Las demandas de los millennials y centennials tienen mucho que ver con el entorno digital en el que crecieron, el cual ha facilitado el acceso a más información -incluyendo la cultura organizacional real de las empresas- y eso los ha hecho más conscientes y sensibles a determinados temas, y han llegado a retar el statu quo.
Y estas demandas no son descabelladas; por ejemplo, hoy sabemos que las jornadas laborales excesivas pueden tener un impacto significativo en la salud física y mental; cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) las ubican como el riesgo ocupacional que más muertes ocasiona en el mundo.
Los colaboradores más jóvenes se han incorporado a las empresas con un giro de 180 grados en la manera en la que se concibe el trabajo. Es por eso que también las carreras de largo plazo se están acabando, de hecho, un informe del Foro Económico Mundial y PwC indica que los millennials más grandes han cambiado de empleo cada 1.9 años de su vida profesional.
Pero esto no significa que las nuevas generaciones ya no se comprometan con el trabajo, la realidad es que se ha reformulado el concepto de compromiso laboral, y para las personas más jóvenes: priorizar la vida personal, buscar nuevos retos, pensar en su carrera, no significa que carezcan de engagement.
La dificultad para atraer y retener al talento más joven tiene más relación con una baja capacidad de las organizaciones para transformar su oferta de valor y su visión sobre el capital humano para adaptarse a una población que para el 2025 -tan sólo en el caso de los centennials- representará el 27% de la fuerza laboral global, según estimaciones de ManpowerGroup.
Pensar en el aporte de las nuevas generaciones al mundo del trabajo es también reflexionar en que la gestión de talento tiene nuevas reglas: “aquí hay hora de entrada, pero no de salida”, “se ofrece sueldo competitivo”, “si te quieres ir, la puerta está muy grande” y otras frases más, son sólo un reflejo de lo que ya no funciona frente a un capital humano que demanda relaciones laborales más humanas y transparentes.
Estos temas siempre han importado, pero los jóvenes se han encargado de ponerlos en la agenda de las empresas como aspectos no negociables.
Y frente este panorama las organizaciones sólo tienen dos caminos: transformarse para mantenerse competitivas o no evolucionar y ver cómo el mejor talento toma otras opciones, porque si algo nos han demostrado los millennials y centennials es que no tienen temor a renunciar a compañías o rechazar ofertas de empleo que no están alineadas con sus intereses.
Es por lo que es un buen momento para decir: el mundo del trabajo no sería el mismo sin la visión de los jóvenes.
