40 horas y el camino hacia la productividad sostenible

40 horas y el camino hacia la productividad sostenible

La discusión no debe centrarse en “ajustarse”, sino en repensar cómo trabajamos
Todos los problemas de una empresa son problemas relacionados con las personas que la integran. En mi experiencia en el desarrollo de empresas, y Recursos Humanos, reconozco que el pilar de una empresa que trasciende es la retención y desarrollo de su talento.
No obstante, México es un país que constantemente es calificado con índices de productividad baja, en comparación con los demás integrantes de la OCDE y con la mayor cantidad de horas laboradas. Con este precedente, y ante una evidente escasez de talento calificado, el gobierno plantea una reforma para acortar la jornada laboral. Para muchos emprendedores, esto llega en un momento complejo. ¿Cómo operaremos y continuaremos escalando ventas con menos horas disponibles de un equipo que ya presenta retos de productividad? ¿Cómo resolverán esto las empresas que requieren operación 24/7?
Si el objetivo es alcanzar las 40 horas semanales para 2030, la Secretaría del Trabajo deberá detallar cómo enfrentará los costos asociados, particularmente en sectores donde el pago de horas extra podría dispararse.
Después de observar de cerca la operación de cientos de empresas mexicanas, puedo afirmar que las jornadas extendidas en sectores como manufactura, salud, logística o retail no son un capricho, sino una necesidad operativa. Reducir en 16.6% la disponibilidad de tiempo laboral (de 48 a 40 horas) sin una reconfiguración profunda de turnos, procesos y plantillas no es tan simple como “trabajar más inteligentemente”.
No se trata solo de cerrar un Oxxo a las 10 p. m., sino de no tener un hospital disponible a las 3 a. m. En muchos sectores, la productividad no depende únicamente del desempeño individual, sino de garantizar la continuidad operativa.
Por otro lado, la insatisfacción con los horarios y la sobrecarga laboral son factores clave para que el talento abandone su empleo. Si la implementación de la jornada de 40 horas se hace sin planeación, podríamos enfrentarnos a una paradoja: mayor rotación.
¿Te has fijado que los turnos en tiendas como Starbucks u Oxxo suelen estar escritos a lápiz? Esta falta de digitalización pone en riesgo la implementación efectiva de la reforma. Y cuando aumenta la rotación, se compromete la retención del talento. Turnos mal estructurados, cargas desiguales o percepciones de inequidad generan desgaste organizacional.
La clave no es pensar en cómo hacer más con menos, sino en cómo hacer mejor con lo justo. La discusión no debe centrarse en “ajustarse”, sino en repensar cómo trabajamos: qué procesos pueden automatizarse, qué herramientas pueden reducir tareas administrativas y qué esquemas mixtos (presencial-remoto) pueden optimizar los turnos.
Ante los desafíos que implica la transición hacia las 40 horas, también hay una gran oportunidad: adoptar tecnologías que no solo modernicen, sino que ayuden a gestionar mejor estos cambios. Por ejemplo, la analítica de Recursos Humanos puede simular nuevos esquemas de turnos, identificar patrones de rotación, optimizar plantillas y establecer KPIs de bienestar y productividad.
Según un estudio de McKinsey, al menos un tercio de las actividades laborales en casi el 60% de las ocupaciones pueden ser automatizadas. Esto subraya el enorme impacto que tendría una correcta implementación tecnológica.
Las mesas de diálogo lideradas por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) deben partir de una visión sectorial y regional. Esta reforma no debe verse como una imposición, sino como una oportunidad para que las empresas evolucionen hacia modelos más humanos, eficientes y competitivos.
Frente a este cambio estructural, el reto no está en resistirse, sino en adaptarse con inteligencia. Debemos dejar atrás modelos obsoletos como la planeación en papel, abrazar la tecnología como aliada estratégica y, sobre todo, poner al talento en el centro de la transformación. Si la jornada laboral se convierte en una ruta bien planeada, y no en un precipicio, el país avanzará no solo en bienestar laboral, sino también en productividad sostenible.