Más allá de la magia: ¿quién cuida a las que lactan?

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Sí, hay que hablar de normalizar la lactancia en espacios públicos, pero también de respetar la decisión de cada mujer de hacerlo o no, sin juicios ni expectativas inalcanzables
Se dice que la lactancia es natural, nutritiva y mágica. Y sí, lo es. Poder producir un alimento tan completo, capaz de darle a un bebé todo lo que necesita para desarrollarse en sus primeros meses, es un superpoder.
Lacté a mi primer hijo durante nueve meses y a mi segunda bebé, once. Puedo decirlo con todas sus letras, ha sido una de las experiencias más difíciles y, a la vez, más poderosas de mi vida.
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Como todo superpoder, también tiene un costo. Nadie habla del cansancio extremo, de las noches sin dormir o del estrés que implica volver al trabajo mientras produces leche, sostienes a tu bebé y tratas de sostenerte, física y emocionalmente, a ti misma.
A pesar de sus beneficios ampliamente conocidos, en México solo el 34.2 % de los bebés menores de seis meses reciben lactancia materna exclusiva, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2021–2023).
Esta estadística contrasta con las altas expectativas sociales que rodean el tema de la lactancia; muchas mujeres desean amamantar, pero enfrentan obstáculos que van desde lo emocional hasta lo logístico.
En ese regreso al trabajo, muchas mujeres se rinden. No porque quieran, sino porque es casi imposible mantener la producción lejos del bebé. A menudo no hay un espacio digno para extraerse leche ni el tiempo necesario para hacerlo. Dar pecho en público todavía incomoda y la logística termina pesando más. En el grupo de quienes sostienen la lactancia, algunas se quiebran; siguen funcionando, aunque por dentro estén agotadas.
Algo les dice que necesitan ayuda, sienten que no es “tan grave” como para pedirla. Pero lo es.
Cuando una mujer se siente acompañada, informada y cuidada, la lactancia es posible. Se convierte en una experiencia de conexión profunda, de orgullo. No perfecta, pero sí posible y, con el apoyo adecuado, tiene muchas más probabilidades de ser una etapa disfrutable, nutritiva y transformadora, tanto para la mamá como para el bebé.
Al diseñar la CoberturaMaterna, desde Sofía, escuchamos a mamás que hablaban de ansiedad, culpa y el miedo a no estarlo haciendo bien; de la presión por producir suficiente leche mientras sostenían la casa; el trabajo, la pareja y su propia identidad.
Hablaban de sentirse responsables de todo, pero sin el acompañamiento de nadie; de una soledad silenciosa que no debería ser parte del posparto ni de la maternidad.
En Sofía, decidimos crear un producto que te acompaña y cuida desde el primer día de tu embarazo y hasta el posparto. Por eso, incluimos asesoría de lactancia y atención en salud mental. Porque acompañar va más allá de ayudar con los gastos, es estar presente cuando todo se junta.
Sí, hay que hablar de normalizar la lactancia en espacios públicos, pero también de respetar la decisión de cada mujer de hacerlo o no, sin juicios ni expectativas inalcanzables.
Durante esta Semana Mundial de la Lactancia Materna, desde mi rol como Senior Product Manager en Sofía, quiero abrir esta conversación.