El compromiso de las personas con su trabajo atraviesa una
transformación estructural. Ya no se define únicamente por la permanencia en
una empresa ni por la disposición a extender jornadas, sino por la forma en que
cada persona integra su vida laboral con sus prioridades personales. De acuerdo
con el estudio El
futuro laboral y el compromiso del talento frente a 2026, elaborado
por Pluxee en colaboración con Ipsos, las organizaciones enfrentan el reto de
comprender cómo se involucran sus colaboradores hoy en día referente a su
contexto y el valor que asignan a su tiempo.
El análisis, se realizó en
diez países con la participación de personas trabajadoras, en donde se
identifica que el compromiso laboral sigue presente, pero adopta expresiones
más matizadas, menos absolutas y profundamente ligadas al momento de vida de
cada trabajador.
El compromiso laboral ya no es uniforme ni incondicional
Uno de los hallazgos centrales
del estudio es que el vínculo con la empresa continúa siendo mayoritariamente
positivo, aunque con una redefinición clara de prioridades. El 83%
de las personas encuestadas afirma sentir una conexión positiva
con su organización, lo que indica que el compromiso no ha desaparecido. Sin
embargo, esta conexión no implica una entrega total ni la disposición a colocar
el trabajo como eje central de la vida personal.
En ese sentido, el estudio
identifica que el 71% de las personas considera que el trabajo es importante,
pero no el centro de su vida, lo que refleja un cambio frente a
modelos tradicionales de compromiso basados en la disponibilidad permanente.
Solo el 13%
señala que su trabajo ocupa un lugar central en su vida, lo que confirma que
los esquemas de dedicación absoluta representan hoy una minoría.
Este contexto da lugar a lo
que el estudio denomina un compromiso medido, en el que
las personas cumplen con sus responsabilidades y objetivos, pero establecen
límites claros para proteger su tiempo personal.
Formas actuales de involucramiento con el trabajo
El análisis de Pluxee e Ipsos
detalla cómo se distribuyen las distintas formas de involucramiento laboral. El
46%
de las personas trabajadoras afirma que se involucra plenamente
en su trabajo, pero establece límites cuando lo considera necesario. Este grupo
representa a quienes mantienen altos niveles de responsabilidad sin aceptar
cargas excesivas de forma permanente.
Por otro lado, el 34%
señala que cumple con lo que se espera de su puesto sin extender su
involucramiento más allá de ello, lo que no implica desinterés, sino una
relación laboral basada en claridad de funciones y equilibrio personal. Además,
un 14%
indica que realiza únicamente lo que marca su contrato, mientras que un 6%
reconoce que hace lo mínimo posible, reflejando distintos grados de desapego
organizacional.
En términos de percepción
emocional hacia el empleo, el estudio muestra que el 22%
afirma amar su trabajo y recomendar activamente a su empresa, mientras que el 61%
señala que le gusta su empleo y lo considera un buen lugar para trabajar. En
contraste, un 9% manifiesta una opinión negativa y un 8%
declara indiferencia, segmentos que representan focos de atención para las
organizaciones en materia de retención y clima laboral.
Tiempo, beneficios y reciprocidad en la relación laboral
Otro eje del estudio es el
valor del tiempo como elemento central del compromiso. Al consultar qué harían
las personas si contaran con 4 horas disponibles a la semana, la mayoría
priorizó actividades personales, lo que refuerza la idea de que el trabajo
compite hoy con otras dimensiones de la vida.
37%
pasar más tiempo en familia
15% hacer deporte o una actividad física
14% conseguir un trabajo extra para mayor
ingreso
12% disfrutar de buenos momentos
En paralelo, el análisis
muestra que los beneficios laborales influyen de forma directa en la percepción
de compromiso cuando responden a necesidades reales. Ambientes respetuosos,
reconocimiento al esfuerzo, flexibilidad y claridad en oportunidades de
desarrollo aparecen como factores clave para sostener el vínculo laboral.
Para las organizaciones,
comprender estas nuevas reglas no solo permite reducir riesgos de rotación,
sino también fortalecer la estabilidad operativa en un entorno laboral cada vez
más diverso y exigente.