La crisis sanitaria por el COVID-19 no es lo único que debe preocuparse América latina en estos momentos, de acuerdo con la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, este problema de salud pone en riesgo a la región de una “verdadera crisis alimentaria”.
“La alerta es enorme, se reducen los ingresos de los hogares y su acceso a la canasta alimentaria. No es que haya falta de alimentos, es que no hay recursos para poder adquirirlos. Esto se suma a la baja calidad nutricional que están viviendo sobre todo las familias más pobres”, dijo.
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A detalle, el PIB caerá 9.1%, la pobreza afectará al 37.3% de la población, y la desocupación llegará al 13.5%. En América Central y México la caída del PIB será del 8.4% con gran efecto de la recesión y el desempleo en Estados Unidos. América del Sur, por su parte, será la subregión más afectada por las bajas en los precios internacionales (9.4%) debido a su especialización en la producción y exportación de productos básicos
En el seminario Acción Multilateral para impedir que la crisis sanitaria se convierta en crisis alimentaria, la máxima representante de las CEPAL agregó que los gobiernos han tomado medidas importantes, pero que estas son insuficientes para dar cuenta de la magnitud de la brecha.
Explicó que para afrontar la crisis, la organización internacional propone implementar un ingreso básico de emergencia equivalente a una línea de pobreza (147 dólares) por seis meses, con un costo de 1.9% del PIB y un bono contra el hambre equivalente a 70% de una línea de pobreza extrema (57 dólares) que costaría 0.45% del PIB; además de mayores plazos y períodos de gracia en los créditos a Mipymes y cofinanciamiento parcial de la nómina salarial; apoyo con condicionalidad a grandes empresas en sectores estratégicos en riesgo; políticas fiscales y monetarias expansivas y progresivas, y cooperación para financiamiento en condiciones favorables.
También propone un pacto político para un Estado de bienestar y políticas sociales universales, progresivas y distributivas con miras a desmantelar la cultura del privilegio.
Alicia Bárcena precisó que, para impedir que la crisis sanitaria se convierta en una crisis alimentaria, la CEPAL sugiere, además de complementar el ingreso básico de emergencia con la entrega de un bono contra el hambre, la entrega de subsidios, reestructuración de deuda y/o provisión de liquidez a Pymes agrícolas y alimentarias, y a empresas familiares para garantizar la cadena de producción y distribución.
Asimismo, llamó a profundizar la integración regional a través de una mayor resiliencia en las redes de producción, diversificando proveedores en términos de países y empresas, privilegiando ubicaciones más cercanas a los mercados finales de consumo, y relocalizando procesos productivos y tecnológicos estratégicos.
La alta funcionaria de las Naciones Unidas advirtió sobre la fragilidad del multilateralismo y su agudización a partir de las restricciones unilaterales a la exportación de insumos médicos en más de 60 países.
Explicó también que en la post pandemia no se revertirá la globalización, pero sí habrá una economía mundial más regionalizada en torno a 3 polos: Europa, América del Norte y Asia Pacífico.