La economía circular se entiende, en términos generales, como una serie de acciones mediante las cuáles se valoran íntegramente los productos y los materiales que forman parte del proceso productivo en toda actividad económica. Este concepto se aparta de la idea de la economía lineal tradicional que privilegiaba únicamente la utilidad basándose en un constante patrón de “tomar-hacer-consumir-desechar”.
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El objetivo de este concepto de economía circular es involucrar a los agentes económicos no solo en la producción y el consumo, sino también en el destino final de los productos. De esta manera se reconocen dos ciclos:
- biológico para materiales que pueden descomponerse por organismos vivos, y
- técnico para materiales que no se descomponen por organismos vivos
La economía circular busca que los materiales de ciclo biológico sean devueltos a la tierra a través de procesos como el compostaje o la digestión anaeróbica. Esto permite que dichos residuos sean aprovechados nuevamente en un proceso constante de regeneración amigable con la naturaleza.
Por lo que hace a los materiales de ciclo técnico se busca que se mantengan en circulación mediante la reutilización, remanufactura y reciclaje, con el objetivo de evitar que se conviertan en residuos.
Para lograr esto es necesario que las empresas vean más allá de sus propios ciclos productivos y generen alianzas estratégicas y de negocio entre sí para mantener sus productos en movimiento no únicamente económico sino también en pleno respeto al medio ambiente.
Consumidores cada vez más comprometidos con el respeto al medio ambiente demandan que los productos que adquieren tengan un menor impacto negativo y contaminante sobre el planeta, como, por ejemplo, los productos de plástico de un solo uso. Esta presión ciertamente tiende a mover las concepciones tradicionales sobre la producción y toda la actividad empresarial.
Este concepto de economía circular ha tenido un fuerte impulso en Europa en los últimos años, desde 2015 la Comisión Europea aprobó un plan de acción para impulsar la transición hacia la economía circular de Europa.
En América Latina, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) ha impulsado, en distintos foros, la discusión sobre la necesidad de transitar hacia una economía circular. En México, según nota de Víctor Osorio (reforma, 18 de septiembre de 2002), se generan cada día 120 mil 128 toneladas de residuos sólidos urbanos, poco más de cinco mil toneladas por hora, un volumen incontrolable que ha dado lugar al concepto de crisis de hiperbasura. Esto se debe, en gran medida, a un manejo de la economía desde un punto de vista lineal.
El 14 de octubre de 2020, el senador Eduardo Ramírez presentó una iniciativa de reforma al artículo 25 constitucional en materia de economía circular, la cual aún no ha sido aprobada.
Con esta iniciativa de reforma se busca tener un impacto positivo en el ecosistema y contrarrestar la sobrecarga y explotación del medio ambiente y sus recursos.
De esta manera, incluir el concepto de economía circular en la constitución puede impulsar acciones de gobierno más decididas a favor del medio ambiente que motiven a los actores económicos a que los negocios operen con una visión más integral sobre todo proceso productivo y de comercialización.
El cuidado del medio ambiente es una de las preocupaciones centrales de Environmental Social and Governance (ESG), que al vincularse con el concepto de economía circular puede lograr una mejor realización por la fuerza legal que la economía circular ha adquirido en muchos países, esperemos que México no se quede atrás con el impulso legal a estas prácticas económicas.