Voluntad anticipada, ¿igual a la eutanasia?
50% de las personas desconoce la existencia de la voluntad anticipada como derecho
Corporativo
Desde 2008 en México está vigente la Ley de Voluntad Anticipada (LVA) un instrumento que busca garantizar el derecho humano a la dignidad y la libertad en el fin de la vida y aunque implica la posibilidad de elegir sobre los últimos días de nuestra vida, no debe ser confundido con la Eutanasia.
Mi Legado explicó que la LVA es una herramienta legal que permite a las personas decidir sobre los tratamientos y cuidados que desean recibir en situaciones terminales, lo que permite a las personas planificar los cuidados médicos paliativos que recibirán en caso de enfrentar una enfermedad terminal.
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“Este documento, que se tramita de manera legal y formal ante Notario Público, asegura que los pacientes puedan rechazar tratamientos invasivos que prolonguen su vida de manera artificial, priorizando su dignidad y calidad de vida”, apuntó la firma.
No obstante, indicó, este derecho sigue siendo desconocido para una gran parte de la población. Según la encuesta del Centro de Opinión Pública de la UVM, el 50% de las personas desconoce la existencia de la voluntad anticipada como derecho, y solo el 11% tiene un conocimiento claro al respecto. Este panorama es consistente con una investigación realizada por la Universidad Autónoma del Estado de México, cuyos resultados revelan que el 95.3% de los participantes desconoce qué es la voluntad anticipada y el 98.8% ignora la existencia de la legislación correspondiente.
“Además, ninguno de los encuestados ha tramitado un documento como el de LVA; sin embargo, un alentador 67% estaría dispuesto a hacerlo. Estos hallazgos destacan el desconocimiento generalizado sobre este derecho en el país, pero también reflejan una notable apertura y disposición de las personas para adoptar esta herramienta cuando reciben la información adecuada”, destacó en un comunicado.
Por lo anterior, indicó, la concepción de la muerte digna se convierte en un punto central del debate. Reconocer el derecho de las personas a decidir sobre los cuidados y tratamientos al final de su vida no solo honra su autonomía, sino que también refleja una comprensión profunda del valor intrínseco de la vida y el respeto por su proceso natural. La muerte, en su esencia, está inextricablemente ligada a la manera en que entendemos y protegemos la vida misma, y cualquier decisión en torno a ella debe estar fundamentada en un marco ético que priorice la dignidad y los derechos humanos.
Agregó que es de suma importancia fomentar una cultura de prevención para empoderar a las nuevas generaciones y preparar a la sociedad para enfrentar momentos cruciales con claridad y empatía. La voluntad anticipada ofrece una oportunidad única para reflexionar sobre el derecho a decidir con dignidad, pero también implica aliviar el peso económico, emocional y práctico para los seres queridos.
“Hablar de estos temas es un acto de responsabilidad y amor, una manera de asegurarnos de que nuestras decisiones estén alineadas con nuestros valores y deseos más profundos. Es un recordatorio de que la dignidad y el cuidado se reflejan tanto en la forma en que vivimos como en las decisiones que tomamos para enfrentar el final de nuestra vida. Elegir planificar este momento es un derecho humano, pero también un legado de respeto hacia nosotros mismos y hacia quienes nos rodean, es un auténtico acto de amor hacia nuestros seres amados, pero sobre todo un acto de respeto y amor a la vida”, concluyó.