El término auditoría hace temblar a más de uno, ya que típicamente pensamos que el fisco en el ejercicio de sus facultades de comprobación nos vendrá a cobrar impuestos. No obstante, es preciso desmistificar el hecho de que una auditoría es algo malo (complicado, sí), ya que lo cierto es que esta representa un acto fundamental para cualquier empresa, ya que este ejercicio permitirá mejorar el desempeño de la organización.
Un proceso de auditoría permite efectuar un aseguramiento de que la entidad cumple a cabalidad con los requisitos legales que permiten el funcionamiento de una entidad, valorar la calidad de los procesos internos y conocer el estado que guarda la situación contable, financiera y fiscal de la empresa a un periodo determinado.
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Utilidad de la auditoría
Aterrizando en el ámbito contable, encontraremos que el gran valor de la auditoría es conocer si existen riesgos financieros o fiscales que pudieran afectar a la empresa o peor aún atentar contra la continuidad del negocio. Pero la utilidad mayor es que los socios, accionistas y en general los tomadores de decisiones, contarán con información financiera veraz, oportuna y real que les permitirá ejercer acciones para mejorar el desempeño de la empresa, invertir en nuevos negocios o prevenir tiempos difíciles.
Con objeto de desarrollar esta tarea, los profesionales de la auditoría requieren conocer el negocio que están revisando para así estar en posibilidad de efectuar revisiones a los asientos contables, estados financieros, papeles de trabajo y, en general toda la documentación que forme parte de la contabilidad.
A nivel fiscal, la tarea no es muy diferente, pues el profesionista revisor tendrá, en principio, que conocer cuáles son las obligaciones fiscales que le resultan aplicables al contratante del servicio de auditoría, pues esto le permitirá determinar que el cumplimiento de las referidas obligaciones se llevó a cabo en tiempo y forma.
El rol de la auditoría no solo es asegurar el cumplimiento de obligaciones fiscales, sino que también buscar que la información plasmada en las declaraciones de impuestos federales y locales sea real, sea determinada con la mecánica correcta y que cuente con un soporte documental.
Como se expuso, la auditoría es una herramienta para que los tomadores de decisiones dentro de una entidad evalúen cuál será el futuro de esta; sin embargo, para el caso de México, la autoridad fiscal es también un ente que se encuentra facultado para llevar a cabo una revisión a la situación fiscal de un contribuyente o bien a analizar los resultados de la auditoría de estados financieros efectuada por un profesional.
Por tal motivo, la revisión de la situación fiscal de una compañía no es cosa menor, ya que al estar en presencia de una autoridad fiscal que utiliza de manera eficiente los medios electrónicos para mejorar su recaudación, los contribuyentes estamos expuestos a actos de molestia que, además de llevarnos a invertir recursos, pueden derivar en multas o penas de naturaleza penal.
De todo lo expuesto a lo largo del presente, se puede comprender que en el México actual, llevar a cabo una auditoría ha dejado de ser un gasto y se ha convertido en una oportunidad que en el futuro mitigará riesgos, pues la experiencia conjunta de los participantes de una auditoría enriquecerá el trabajo, hará que las decisiones a tomar sean mejores y evitará contingencias fiscales.