Muchas empresas no saben qué hacer cuando surgen relaciones amorosas entre sus filas de empleados, pues por un lado se encuentra el ámbito personal y en el otro está el cumplimiento de las obligaciones laborales.
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Ante ello, la consultora OCC consideró que debido a la disposición y “normalización” de las parejas en el centro de trabajo, se obliga a las empresas a establecer reglas equitativas que beneficien al patrón y la vida privada de los trabajadores; es decir, los empleadores no pueden interferir en la intimidad de sus subordinados, pero cuando el romance se convierte en un asunto de negocios, se puede afectar la dinámica del trabajo.