Una de las corrientes con más auge es considerar a la empresa como un ser vivo que obtiene tal vitalidad de las personas que la conforman; por ello, en las ofertas de trabajo el común denominador es que se busquen tres principales características en los posibles candidatos: dinamismo, innovación y toma de decisiones.
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La pregunta es ¿en un ambiente laboral en donde la comunicación interna no fluye adecuadamente, los colaboradores pueden conseguir estos atributos? La respuesta es no.
La comunicación interna no debe entenderse como el boletín mensual, las interminables reuniones de seguimiento ni los reportes; sino vista de manera integral, considerando como parte medular la que se genera con la interacción y el intercambio dentro de una organización.
Los líderes de las empresas deben ser conscientes de que la estrategia global se crea de adentro hacia afuera, buscando en todo momento una congruencia entre lo que se dice al exterior con lo que se vive en el interior; partiendo de esto, un ambiente laboral ideal es que todos los empleados se sientan en un espacio de confianza, pieza clave para entablar una buena comunicación.
Si un colaborador toma la iniciativa de proponer una mejora, pero no se siente escuchado o sus ideas son ridiculizadas, el mensaje que la empresa manda a todos los demás es que deben reservarse cualquier opinión y con ello se mata de golpe cualquier indicio de creatividad e innovación, perdiendo oportunidades de negocio y lealtad de sus trabajadores.
En relación con lo anterior comenta Ed Camull en su libro Creatividad SA, hay más franqueza en los pasillos de la empresa que en las reuniones de trabajo en donde se toman decisiones fundamentales o se plantean las políticas empresariales.
En un mundo saturado de medios tecnológicos que permiten el intercambio de información en tiempo real, no se está tomando en serio el papel de la comunicación interpersonal, porque la gran mayoría lo ve como una habilidad que por default todas las personas saben hacer, pero no de manera correcta y efectiva. Comunicar más que hablar, es crear una conexión con el otro, dejando de lado los juicios internos e incitando a la acción.
El reto ahora es que las empresas desarrollen a todos los niveles, buenos comunicadores capaces de transmitir sus ideas a los demás con claridad y con la intención de sumar valor; sobre todo, que sean capaces de escuchar y crear un ambiente de confianza.