¿La pandemia terminará con los avances laborales en México?

El Coneval advirtió que más de 10 millones de personas podrían sumarse a las filas de la pobreza extrema si no se implementan programas de apoyo a los desempleados

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 .  (Foto: iStock)

La crisis que ha desencadenado la enfermedad Covid-19 en todo el mundo revertirá en México los avances en el combate a la precarización del empleo logrados en los últimos 15 años, advirtió el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

En el documento La política social en el contexto de la pandemia por el SARS-CoV-2 (Covid-19) en México informa que una de las consecuencias de la emergencia sanitaria es que hasta 10.7 millones de personas podrían pasar a la pobreza extrema. Es decir, incluso usando todo su ingreso para comprar alimentos, no podrán adquirir lo indispensable para una nutrición adecuada.

Desafortunadamente hay más: el Coneval estima que la tasa de desempleo pase de 3.3 a 5.3 por ciento. Bajo este contexto, tan sólo de enero a junio de 2020 la pobreza laboral aumentará de 37.3 a 45.8 por ciento. Éste es el incremento del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) más alto desde 2005.

El organismo criticó que no se han puesto en marcha programas gubernamentales para apoyar a quienes se han sumado a las filas del desempleo.

“Hasta el momento ninguna acción está dirigida a la población que perdió su empleo a raíz de la emergencia sanitaria”, asevera el Conveal, pese a que estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevén que el desempleo ascienda a 1.7 millones de personas.

Por ello “es necesario ampliar y fortalecer las medidas emergentes de respuesta” e implementar otras dirigidas a quienes pierdan su fuente de ingreso como resultado de la contingencia, destaca.

En su análisis, el Coneval reafirma las advertencias de organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) o la OIT, y apunta que las mujeres “serán las más afectadas” por la crisis del coronavirus.

Ellas representan 72.8% del total de personas que trabajan en los sistemas de salud en América Latina, para quienes “las condiciones precarias de trabajo se vuelven extremas con el aumento de horas laborales y el riesgo de contagio de Covid-19″.

Además, asumen “mayores costos en las tareas de cuidado en casa y de trabajo doméstico”. Por lo que uno de los sectores más afectados está siendo el de las empleadas del hogar.

Tres escenarios, ninguno es mejor

El aumento de la pobreza extrema por ingresos, “en el escenario más conservador es de al menos 4.9 puntos porcentuales, lo que se traduciría en por lo menos 6.1 millones de personas”, indica el análisis del consejo.

Pero en otro escenario, más de 10 millones pasarían a esa categoría, porque lo que ganan, o por lo que dejaron de percibir, no les alcanzaría para comprar una canasta básica.

El incremento esperado de la pobreza laboral es de 45.8% en el segundo trimestre de 2020. Lo que representa un aumento anual de 7.7 puntos porcentuales. Este aumento “es mayor a lo observado en la crisis de 2009”.

El Coneval advierte que ni en el escenario extremo podrían estar calculando la totalidad de personas afectadas.

Si la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) anunció que hasta la primera semana de abril la pérdida de trabajos formales fue de 346,878, al final de ese mes pudieron haber sido 700,000. Posiblemente 1.5 millones de plazas se destruyan en el trimestre, advirtió el Coneval.

Esto implicaría una pérdida de empleo formal e informal y, por lo tanto, “un aumento en la pobreza laboral significativamente mayor que lo que supone la estimación anterior. Por lo que las cifras podrán cambiar a medida que se actualice la información”.

De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de febrero a marzo de 2020, cuando ocurrieron los primeros contagios, se observó una desaceleración en la tasa de crecimiento de los trabajadores asegurados.

Las personas jóvenes son quienes “experimentan una constante y pronunciada disminución de los empleos formales”.

Ante este panorama, “es necesario diseñar una estrategia integral” que, en primer lugar, disminuya la pérdida de vidas. Luego, que proteja a los grupos más vulnerables dadas las predicciones sobre el desempleo, y que abra una ruta de acción en el mediano y largo plazo para garantizar los derechos sociales.

El plan que pongan en marcha las autoridades federal deberá tomar en cuenta las particularidades de los trabajadores. Para ello se debe diferenciar a:

  • Trabajadores subordinados, que son 77.3% de las personas ocupadas. En el 2018, el 67.5% no contaba con acceso a la seguridad social como prestación laboral
  • Trabajadores por cuenta propia, sólo el 5.6% tiene seguridad social como prestación laboral
  • Trabajadores de los sectores económicos más afectados. Las actividades con mayor porcentaje de personas sin servicios médicos por medio de su trabajo son agricultura, ganadería, caza y pesca.


Impacto en trabajadores urbanos

Entre el 2008  y el 2018, el porcentaje de población en situación de pobreza había disminuido 2.5 puntos porcentuales, al pasar de 44.4 a 41.9 por ciento. Y la población en pobreza extrema había descendido de 11.0 a 7.4%, es decir, de 12.3 a 9.3 millones de personas.

Pero dos meses de distanciamiento social y cierre de empresas para evitar contagios y muertes por coronavirus están echando a perder más de 15 años de esfuerzos y logros. “Una primera aproximación a los efectos potenciales de la coyuntura anticipa aumentos preocupantes” en la pobreza laboral.

El Coneval subraya que sus estimaciones son para la pobreza laboral, no la pobreza multidimensional. Es decir, toma en cuenta únicamente cómo la pérdida del empleo o la baja en las ganancias en el trabajo llevarán a millones a incrementar sus carencias.

Además, dice el documento, debe considerarse que hasta ahora que el mayor contagio de coronavirus ha sido el ámbito urbano. Por lo que la mayor afectación podría encontrarse en esa área “y ser más profunda para aquella población con menos recursos”.

Las personas que viven en pobreza en las ciudades “potencian la probabilidad de contagio”.  Tienen que salir a trabajar y en áreas con mayor aglomeración, muchas veces viven en condiciones de hacinamiento, tienen menor acceso al agua y la existencia de comorbilidades. El “quédate en casa” para ellos resulta algo sin sentido.