Las conversaciones para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entran en una semana crucial, debido a que los ministros de Canadá, Estados Unidos y México intentarán superar un estancamiento sobre temas clave antes de que las próximas elecciones en México y Estados Unidos dificulten el proceso.
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Los temas de esta ronda se centrarán en las reglas de origen que rigen qué porcentaje de un automóvil debe ser construido en la región que abarca el acuerdo para evitar aranceles, así como mecanismos de resolución de controversias y la demanda estadounidense de una cláusula de expiración que obligue a renegociar el pacto cada cinco años.
Al respecto, el principal grupo de presión de la industria automotriz en México describió las demandas estadounidenses más recientes, que incluyen elevar el contenido regional a un 75% desde el actual 62.5% durante un periodo de cuatro años, como “inaceptables”.
“El impulso positivo en las reglas de origen parece ser contrarrestado por el movimiento opuesto en el tratamiento del salario laboral”, dijo Flavio Volpe, presidente de la Asociación de Fabricantes de Partes Automotrices de Canadá.
La propuesta estadounidense también requeriría que el 40% del valor de los vehículos de pasajeros ligeros y el 45% de las camionetas pickup sean construidas en áreas con salarios equivalentes a 16 dólares la hora o más.
Lo anterior, visto como una píldora difícil de tragar para México, en tanto el Centro de Investigación Automotriz con sede en Ann Arbor, Michigan, estimó los salarios de los trabajadores automotrices se ubican en promedio por debajo de los seis dólares la hora, y son de menos de tres dólares la hora en el caso de los salarios de los empleados de las plantas de autopartes, por lo que la demanda norteamericana significaría, de acuerdo con los críticos, “una pesadilla burocrática de papeleo”.
Por otra parte, Estados Unidos se aferra obstinadamente a una cláusula de expiración en el nuevo tratado, la cual significaría que este tendría que renovarse cada cinco años, algo que oponentes dicen generaría una gran incertidumbre en las empresas.
Otra propuesta controvertida de los estadounidenses es repatriar la resolución de controversias de los tribunales internacionales al sistema legal de Estados Unidos; Robert Lighthizer, titular negociador del país dijo que esto significaría que menos firmas estadounidenses se trasladen a México en el futuro, ya que la extensión de las protecciones legales ha motivado que las empresas se reubiquen. No obstante, tanto Canadá, como México se oponen a la medida, al igual que los empresarios estadounidenses.
En una carta fechada el 2 de mayo, la Cámara de Comercio, la Mesa Redonda Empresarial del Instituto Americano de Petróleo y la Asociación Nacional de Fabricantes Manufactureros instaron a Trump y a Lighthizer a “conservar fuertes protecciones de inversión y mecanismos de resolución de disputas entre inversores y el Estado en el TLCAN”.
“Avanzar con un TLCAN revisado que no incluya tales protecciones para los empresarios estadounidenses amenazaría nuestra economía y pone en peligro las perspectivas de la aprobación del TLCAN 2.0 en el Congreso”, dijo la carta.
Pese a lo anterior, hay especialistas cercanos a la renegociación que afirman que hay una fuerte posibilidad de lograr un acuerdo preliminar en las próximas semanas.
“Tenemos una ventana de oportunidad en las próximas dos o tres semanas (...) considerando dos cosas: dónde están las conversaciones ahora y los calendarios políticos”, dijo Moisés Kalach, jefe del brazo de negociación internacional de la asociación empresarial mexicana CCE, que representa al sector privado en las negociaciones.