El 1o. octubre de 2020 entró en vigor el etiquetado frontal que informa a los consumidores “de forma clara y veraz” sobre el contenido de nutrimentos críticos (azucares, grasas saturadas, grasas trans, sodio o calorías) de los productos, y que representan riesgos para la salud en un consumo excesivo; medida implementada, previa adecuación de la normatividad para establecer regulaciones en materia de sobrepeso, obesidad y etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas; de ello basta recordar las reformas efectuadas a la Ley General de Salud (LGS) y a las Normas Oficiales Mexicanas de etiquetado comercial y sanitaria de los productos preenvasados de fabricación nacional o extranjera, comercializados en territorio nacional.
Aunado a esa obligatoriedad –tendiente a disminuir la obesidad en el país por el consumo de esos productos–, un grupo parlamentario (Movimiento de Renovación Nacional) está proponiendo crear “sellos de calidad” que reconozcan las propiedades que estén por encima de la calidad nutricional, sanitaria y de inocuidad exigida a todos los alimentos; con lo cual el consumidor tendría la posibilidad de reconocer los que aportan valor nutricional.
La Secretaría de Salud sería el organismo certificador encargado de verificar y controlar que el producto responda a los atributos de valor que ostenta para la salud.
Ello estaría plasmado en los artículos 212, 215 y 301 de la LGS, cuya iniciativa de reforma ya se encuentra en el Senado (Decreto por el que se adicionan diversas disposiciones de la Ley General de Salud).
Los importadores de productos alimenticios y bebidas preenvasadas no deben pasar por desapercibida esta iniciativa de reforma a la LGS, ya que, de aprobarse, podrían solicitar sellos de calidad para aquellos que efectivamente observen estándares de calidad nutricional, sanitaria y atributos, para incentivar su comercialización en territorio nacional.
