Un crédito empresarial es un producto especialmente diseñado para que las empresas (Personas Morales y Personas Físicas con Actividad Empresarial) financien proyectos productivos, operaciones o compra de activos físicos. En ese sentido, puedes encontrar diferentes clases del mismo, pensadas para responder a diversas necesidades de financiamiento:
- crédito anticipo: provee liquidez inmediata anticipando ventas futuras, pagando en la medida que vayas vendiendo (se basa en tus ventas con tarjetas bancarias).
- crédito simple: préstamo a 3 o 5 años para la inversión en activos fijos, remodelar instalaciones, ampliación de la capacidad productiva o acceder a capital de trabajo y de inversión.
- crédito revolvente: línea de crédito abierta de la cual puedes usar una parte o la totalidad del capital autorizado. Ideal para atender necesidades a corto plazo.
- crédito arrendamiento: permite la adquisición de activos como maquinaria o equipo, aprovechando la estrategia fiscal del Arrendamiento y ejerciendo la opción de compra al final del contrato.
- tarjeta de crédito empresarial: obtienes un crédito revolvente para la empresa, que se asocia a un crédito con mejores tasas que una tarjeta personal.
- crédito hipotecario empresarial: préstamo a largo plazo, con prenda de garantía, para la compra de locales, oficinas, bodegas, terrenos industriales y demás bienes inmuebles necesarios para ejecutar la actividad económica.
Durante los últimos años ha incrementado significativamente el nivel de uso del crédito empresarial en todo el tejido corporativo del país.
De hecho, según el informe de Indicadores Básicos de Créditos a las Pequeñas y Medianas Empresas, del Banco de México, a marzo de 2021 el saldo de la cartera empresarial total sumaba 2,317 miles de millones de pesos, representando el 54% del crédito al sector privado no financiero otorgado por la banca múltiple.
Beneficios del crédito empresarial y cuándo utilizarlo
Esta opción de financiamiento representa una gran alternativa al acceso a capital mediante inversionistas, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, porque no debes entregar a cambio parte del negocio ni altas tasas de rendimiento, sólo pagas las cuotas pactadas junto con los respectivos intereses asociados a cada producto. Además, te ofrece otros beneficios importantes:
- acceso a capital de forma casi inmediata.
- incrementa la rentabilidad sobre la inversión de los propietarios de la empresa.
- crea un buen historial crediticio.
- deducir del Impuesto Sobre la Renta los intereses pagados.
- los socios no arriesgan directamente su patrimonio.
Para aprovechar al máximo estos beneficios y no adquirir deudas malas que comprometan la salud financiera del negocio, es importante solicitar el crédito solo cuando:
- la empresa se encuentra en expansión.
- necesitas fortalecer tu ciclo productivo, mantener las operaciones o ejecutar proyectos debidamente planificados.
- el costo financiero es igual o menor a la rentabilidad de la inversión que pretendes realizar.
También es imprescindible que la empresa cuente con ingresos constantes y apalancamiento financiero que le permita adquirir nuevas deudas. Todo lo anterior al margen de balances contables saludables.
Requisitos para adquirir un crédito empresarial
Los requerimientos pueden variar en cada producto en específico y de una entidad a otra. Sin embargo, es común que te exijan:
- determinados años de antigüedad como empresa legalmente constituida (mínimo un año).
- monto mínimo de ventas anuales para demostrar capacidad financiera.
- buen historial crediticio.
- identificación oficial vigente, constancia de situación fiscal ante el SAT y estados de cuenta de los meses anteriores a la fecha de solicitud del crédito.
De cualquier manera, es importante que, a la hora de contratar un crédito empresarial, lo hagas basado en una asesoría profesional que te ayude a encontrar un producto a la medida de tus necesidades con el menor costo de financiamiento posible. De esa manera accederás a la deuda de una forma inteligente y cuidarás las finanzas del negocio.
