Desde el surgimiento de la obligación fiscal digital en el año 2014 en México, que comenzó para todos los contribuyentes que registraran operaciones superiores a 250,000 pesos anuales, la facturación electrónica ha alcanzado su punto de maduración en el país.
Desde hace un año, con la entrada en vigor de la versión 3.3 del CFDI, se incorporaron grandes cambios que han apoyado a la estandarización de información a través de catálogos de productos, unidades de medida y régimen fiscal, con el único objetivo de elevar la calidad de la información que recibe el Servicio de Administración Tributaria (SAT).
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A decir de Luis Velasco, estratega contable de Aspel, compañía líder en software administrativo: “Hace más de una década, la comprobación fiscal en México evolucionó, incitando a los empresarios a migrar a la tecnología y utilizarla como una herramienta para realizar documentos digitales. Adquirir sistemas para hacer eficientes estas funciones ha sido un cambio significativo en el proceso de evolución”.
De acuerdo con datos presentados por el SAT, al cierre de septiembre de 2018 se habían emitido poco más de 4,976 millones de facturas electrónicas, es decir, se expidieron alrededor de 211 por segundo; el número acumulado de facturas emitidas llegó a las 38,219 millones
