Procrastinación, un mal de nuestros tiempos

Posponer actividades importantes por miedo y ansiedad de forma reiterada puede ser un padecimiento psicológico que impacte a la productividad de la empresa

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En las actividades cotidianas de trabajo se observa reiteradamente que los trabajadores de todos los niveles llegan a posponer alguna actividad para poder navegar en la Internet, conectarse a distintas redes sociales, ver ciertas noticias, observar videos o atender a otros distractores de diversa índole.

Esto no es una conducta grave, siempre y cuando no llegue a convertirse en un hábito, ya que de ser así, puede producir estrés o agobio, y en casos más graves limitar al personal cuando se requiere que sea más efectivo, lo cual se considera como un trastorno psicológico.

Al diferimiento innecesario de la ejecución de ciertas actividades relevantes por la realización de otra menos relevante, que le reporta a la persona una satisfacción inmediata se le conoce como “procrastinación”.

También se le considera así, al mecanismo, por virtud del cual se trata de atemperar la ansiedad que le genera la realización de una acción.

El antídoto a esta práctica no es la adecuada administración del tiempo, porque realmente no es un desajuste de prioridades, sino controlar el miedo o el sentimiento de culpa al ejecutar alguna tarea o las consecuencias de la misma.

El riesgo para el patrón de un trabajador que sufre este síndrome es que este actúa por inercia y se vuelve poco confiable por no ser capaz de comprometerse a realizar una tarea en un tiempo determinado.

Por ello si se detecta este tipo de actitudes en algún integrante de la plantilla, debe auxiliarlo y canalizarlo con un profesional que le pueda dar seguimiento y atención a esta perturbación, con ello podrá resolver la problemática de poca efectividad de sus colaboradores y al mismo tiempo conservar a su valioso capital humano.