La integración de los mercados mundiales ha propiciado el reajuste de nuevas formas de trabajo en las que los vínculos deben flexibilizarse, tanto por los trabajadores, como por los patrones, en aras de la obtención de un mayor rendimiento y beneficios para ambas partes.
Sin duda, estos acuerdos se promueven y realizan, de una manera más eficiente en aquellas naciones que han sido conscientes de las necesidades de la renovada estructura internacional, sin olvidar por supuesto, la importancia de los derechos sociales.
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Destaca así la existencia de dos tipos de flexibilidad del trabajo:
- positiva. La que se manifiesta en los pactos entre las empresas y su personal en un contexto de armonía, respeto para observar y atender los requerimientos de estos sujetos, y
- negativa. Esta impide la construcción de un verdadero convenio, su desarrollo es netamente leonino y, por tanto, se inclina totalmente hacia los intereses de uno solo de los extremos (generalmente de la compañía)
En la práctica mexicana, la oferta del mercado laboral ha superado la demanda de este por diversos factores que las negociaciones estiman trascendentales para su adaptación al entorno mundial. Se busca un nuevo perfil de colaborador idóneo para efectuar múltiples labores (y con ello reducir costos), capaz de hacer más y de integrarse a las exigencias que el ambiente y las negociaciones imponen; todo ello sin tener en cuenta, en diversas ocasiones, el menoscabo del propio individuo y sus condiciones de trabajo.
La flexibilidad en el trabajo no necesariamente siembra la semilla de la prosperidad para todos los pueblos. En Estados Unidos Mexicanos desde su adopción se pueden apreciar, en mayor o menor medida, los siguientes aspectos nocivos:
- aumento considerable de las jornadas laborales, sin el pago debido de horas extraordinarias
- reducción de tiempo de los periodos de descanso
- caída de los salarios respecto del Índice de Precios al Consumidor
- transformación de la incorporación del trabajador a la seguridad social en un tópico a negociar, y
- generación de condiciones de vida ínfimas por el hecho de exigir un prototipo multifacético de subordinado
Por fortuna, no solo se observan desventajas, porque en México existen patrones que abogan por la prosperidad de su fuerza de trabajo y, como resultado de ello, obtienen la rentabilidad y notoriedad deseadas; subsisten negociaciones en donde la flexibilidad laboral es posible en un contexto positivo y de formalidad para el cumplimiento de la normatividad creando valores que las distinguen y las favorecen.
La globalización muestra la mutación de diversos procesos sin conocer de fronteras ni tiempo; así las exigencias de la sociedad han tomado forma a partir de nuevas necesidades; en este sentido, los negocios requieren mayor atención y una oferta que les brinde una operación exitosa y competitiva.
Esto conlleva que el crecimiento voraz de las economías mundiales exponen las caras del desarrollo y de la superación de los pueblos, sin hacer notar el gran deterioro que, en la mayoría de las ocasiones, sufren el ser humano y el medio ambiente en esta lucha por cubrir expectativas financieras y de productividad.
Finalmente los sectores empresarial y obrero dentro del territorio nacional pueden aprender de los buenos ejemplos, de aquellos cuyas relaciones laborales demuestran que la globalización y flexibilización del trabajo pueden ser herramientas útiles que transporten al auge anhelado y que toda convivencia laboral exitosa comienza por el respeto e intenciones sanas de los participantes.