Automatización del trabajo y remplazo de personas por máquinas, empleos a distancia y sin oficinas, un día en la industria automotriz y otro en el sector salud. Encima, una generación que reclama cosas descabelladas, como tiempo para descansar o recrearse. El futuro nos está alcanzando con la generación Z, también conocidos como centennials.
“En 2045 los centennials llegarán a ser directivos de las empresas. Las máquinas serán nuestra competencia laboral, tendrán la misma capacidad que los humanos para razonar, plantear, resolver problemas y aprender de la experiencia”, advierte el rector de la Escuela Bancaria y Comercial (EBC), Carlos Prieto.
Lo dice desde una casona porfiriana de la colonia Juárez, construida a principios de 1900. Ese lugar ahora es la rectoría de la EBC. Con él están Rodrigo Guerra, secretario general de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (Fimpes), Renato Juárez, director de Investigación de Mercados de la Asociación de Internet, y Marco Antonio Arzate, director de Recursos Humanos de EY México.
Se han reunido para participar en el panel Centennials, la generación que estamos descubriendo. Es el rector quien da los generales de estos adolescentes: nacieron después del año 2000, tendrán una esperanza de vida de 100 años y llegarán a su plenitud laboral por ahí del 2050.
Al año se gradúan más de 500,000 jóvenes de las universidades, informa el secretario general de la Fimpes. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador quiere llevar a la meta de 700,000. Sin embargo, esa política educativa tiene que ir acompañada de la creación de empleos, subraya.
El mundo laboral con el que se toparán, según comentan los especialistas, pareciera la continuación acelerada y maximizada de lo que arrancó con los millennials. Aunque en esta historia “el conocimiento duro será sólo de consulta”. Lo más importante es que “se vuelvan humanos para mantener un empleo”.
La experiencia del pasado para el futuro
Las tareas repetitivas son las más proclives a desaparecer por la automatización, señala Rento Juárez, de la Asociación de Internet. La industria automotriz es una de las que han comenzado a padecerlo más pronto, porque lo que hacen las personas cada vez es más sustituible por máquinas.
Hace años, cuando Rodrigo Guerra, secretario de la Fimpes, trabajaba en IBM vio algo parecido. Cuando las computadoras reemplazaron funciones, a la compañía llegaron caras nuevas, los trabajadores que sabían utilizar las máquinas.
“El desempleo se dio” con aquellos que no aprendieron a usar los nuevos aparatos. Por otro lado, se cumplieron las metas de empleo porque llegaron nuevos colaboradores, pondera. Sin duda, “la tecnología siempre presiona el mercado laboral”.
En el futuro, el conocimiento será de consulta, finalmente todo está en Internet, apunta Renato Juárez. Por ello lo más importante será “el factor humano. El análisis y el pensamiento crítico de las personas serán lo que en verdad importe a la hora de contratarse”.
La creatividad y el sentido de emprender es lo que destaca Marco Antonio Arzate, director de Recursos Humanos de EY México. Las tecnologías nos alejan cada vez más de nuestra esencia humana, así que volver a ellas será la clave para destacar el mercado laboral, augura.
Por otro lado, comenta que las empresas están teniendo problemas de atracción y retención de talento. “Hay un choque generacional entre la vieja guardia y su forma de trabajar y las nuevas generaciones”.
Y en un intento por adecuarse a lo nuevo, algunas compañías gastan en sillones cómodos para que sus jóvenes colaboradores disfruten un rato de relajamiento. No han entendido que cada vez quieren pasar menos tiempo ahí, pronto trabajarán con equipos virtuales y multiculturales, dice.
En eso debería preocuparse, considera. En tener herramientas para gestionarlos y hacer que las diferencias culturales puedan empatarse en un mismo objetivo laboral.
Aprender a aprender
Para muchas cabezas todo lo anterior es un espanto, agrega Renato Juárez. Y eso que no le han escuchado decir que pronto ya no habrá carreras. Los jóvenes ya no se casan con una sola profesión, “hoy puedo trabajar en la industria automotriz y mañana al sector salud. Ya no hay carreras”.
Las nuevas generaciones exigen calidad de vida y flexibilidad para lograr no sólo las metas de la empresa sino las suyas. “No desaparecerán las universidades, pero tampoco hay manera de que crezca la oferta educativa si no entendemos a las nuevas generaciones”, advierte.
¿En qué educamos a los jóvenes que en 30 años siga siendo válido?, cuestiona Rodrigo Guerra. La respuesta sería mera especulación, contesta él mismo. La velocidad del sistema educativo, lamenta, no avanza a la par que los cambios tecnológicos.
Habría que olvidarse en algún momento de los planes de estudio como están concebidos. Algo de lo que sí está seguro es que “hay que ayudarles a desarrollar habilidades para que desarrollen habilidades”.