En 2020 cuando creímos que avanzabamos en la inclusión de las mujeres en el mercado laboral, llegó una pandemia que retrasó todos los logros alrededor de diez años, de acuerdo con la ONU. El principal problema es que con el confinamiento, los niños en casa tomando clases y familiares enfermos en el mismo espacio, las tareas de cuidado se multiplicaron y las responsables de todo fueron ellas.
Aunado a lo anterior, los sectores industriales más afectados fueron aquellos en los que más se emplea a trabajadoras, por lo que muchas de ellas perdieron su empleo.
“La crisis también ha agudizado la injusta distribución de las responsabilidades sobre los cuidados, que sigue recayendo fundamentalmente en los hogares, a través del trabajo no remunerado de las mujeres y en las personas que trabajan de manera remunerada en el sector del cuidado bajo condiciones laborales precarias y mal remuneradas”, destacó ONU Mujeres.
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En el siguiente artículo podrás revisar la infografía en la que señalamos las condiciones de desigualdad que viven las trabajadores a consecuencia de su sobrerrepresentación en la economía de cuidado.
Por lo anterior, organismos internacionales como la OIT y la Cepal recomiendan la construcción de sistemas integrales de cuidados como factor fundamental para el logro del empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, y un elemento clave para la recuperación socioeconómica al convertirse en un generador directo e indirecto de empleo y un facilitador de que otros sectores de la economía funcionen adecuadamente.
En ese sentido, la Cepal refirió que la infraestructura social de cuidados y la creación de una economía de servicios, en torno a los servicios de cuidados, dinamiza las economías locales a partir de la creación directa de empleo y la mejora de los ingresos de las familiar, lo que genera retornos a la economía y a la sociedad en su conjunto:
la existencia de una buena red de infraestructura y servicios de cuidados de calidad permite reducir una parte de la carga de trabajo de cuidados no remunerados asumida en los hogares, principalmente para las mujeres, lo que libera tiempo y crea las condiciones favorables para su incorporación al mercado laboral, permitiendo el aprovechamiento de sus plenas capacidades y favoreciendo su autonomía económica;
las políticas de cuidado contribuyen a la profesionalización y certificación de quienes trabajan en forma remunerada en este sector, aumentando sus capacidades laborales, sus salarios y su productividad. Por lo tanto, pueden convertirse en un motor de generación de empleo decente, particularmente de las mujeres, en un contexto de afectación del empleo a nivel global;
la regulación y formalización del sector contribuye a la generación de ingresos tributarios y al fortalecimiento de los sistemas de seguridad social, en contextos donde la alta informalidad y la pérdida masiva de empleos formales pone en riesgo la sostenibilidad de estos sistemas;
la inversión en cuidados de calidad para la primera infancia impacta positivamente sobre las trayectorias educativas, laborales y la productividad de la fuerza de trabajo futura, pues un adecuado desarrollo infantil desde el comienzo de la vida contribuye a reducir las desigualdades;
el cuidado de las personas adultas mayores y con discapacidad en situación de dependencia tiene efectos positivos a partir de la reducción de hospitalizaciones, optimizando la inversión en salud, lo que en el contexto de envejecimiento de los países de la región se torna sumamente relevante.
“ Es fundamental que las medidas y planes de contingencia para mitigar los impactos inmediatos de la pandemia y los planes de recuperación socio económica de mediano y largo plazo, coloquen las políticas de cuidados en el centro del diseño y la implementación”, señaló la Cepal.
La economía de cuidado es indispensable para la sociedad y el desarrollo económico de los países, en este video te mostramos qué es y por qué es tan importante.