Los programas técnicos de educación superior pueden ser una herramienta sumamente eficaz en momentos de crisis como la actual pandemia de COVID-19, en que millones de personas en los países de América Latina y el Caribe necesitan entrenamiento laboral y adquirir nuevas habilidades para insertarse de manera urgente en el mercado formal de trabajo, aseguró un nuevo informe del Banco Mundial.
Según el reporte, los beneficios salariales de este tipo de carreras son evidentes. Por ejemplo, si bien los graduados de programas técnicos superiores obtienen en general -como es esperable- salarios menores que los graduados de carreras universitarias, los primeros ganan en el promedio regional un 25% más que el enorme porcentaje (54%) de estudiantes que abandonan sin completar su carrera universitaria, considerando las características de los estudiantes. Esta diferencia va de un mínimo de -4% en Perú, 8% en Argentina, 22% en Ecuador y 42% en Paraguay, a un máximo de 58% en Bolivia y 74% en El Salvador.
Del mismo modo, en el promedio regional los graduados de programas técnicos ganan hasta un 60% más que los graduados de escuela secundaria sin ninguna educación superior. En este caso la diferencia salarial va de un mínimo de 32% en Perú y 36% en Costa Rica, a 44% en México, 48% en Chile y máximos de 100% en Bolivia y 110% en El Salvador.
Los estudiantes de carreras técnicas también obtienen buenos resultados en términos de empleo. No solo superan a los graduados de escuela secundaria, sino que además aventajan a quienes abandonan sin completar su carrera universitaria. Respecto de estos últimos, tienen una menor tasa de desempleo (3.8% contra 6.1%) y una tasa más elevada de empleo formal (82% contra 67%). Estos resultados son especialmente relevantes en el actual contexto de desempleo e informalidad.
El reporte muestra también que los estudiantes de carreras técnicas se gradúan en una proporción mayor que los estudiantes de carreras universitarias (57% contra 46%).
“Los programas técnicos tienen importantes ventajas, entre ellas que los proveedores tienen la capacidad de reaccionar de manera rápida y flexible a las necesidades del mercado laboral, tienen una relación fluida con el sector privado y a menudo asisten a los estudiantes en sus búsquedas de trabajo”, dijo la economista senior del Banco Mundial, María Marta Ferreyra.
Sin embargo, la oferta de carreras técnicas en América Latina y el Caribe no tiene aún el desarrollo de otras regiones y la calidad de su oferta es desigual.
En las últimas dos décadas la tasa de matriculación a educación superior creció del 23% al 52% en la región, pero la variación mayor ocurrió en las carreras universitarias. Esto ha hecho que el porcentaje de estudiantes de carreras técnicas en la educación superior sea en la actualidad de solo 9%, más bajo que en otras regiones del mundo (34$ en los países de Asia Oriental y Pacífico, 30$ en América del Norte, 21$ en África Sub-Sahariana, 18% en Europa y Asia Central). Y si bien algunos programas ofrecen excelentes resultados laborales, este no es siempre el caso.
“Para favorecer el crecimiento de los programas técnicos y una mejor calidad en su oferta educativa será crucial implementar las políticas apropiadas. Esto permitirá a las carreras terciarias alcanzar su pleno potencial. Algunos ejemplos de estas políticas son la provisión y diseminación de información sobre los resultados, costos y beneficios de todos los programas; corregir las desigualdades de financiación entre los estudiantes y tipos de programas; hacer responsables a los programas por los resultados de los estudiantes, y facilitar la acumulación de credenciales y las trayectorias académicas flexibles”, reiteró.