El estrés se puede definir como un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil, y es quizás el peligro principal de los factores de riesgo psicosociales en el trabajo.
La Comisión Europea define el estrés laboral como “un patrón de reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y de comportamiento a ciertos aspectos adversos o nocivos del contenido del trabajo, organización del trabajo y el medio ambiente de trabajo. Es un estado que se caracteriza por altos niveles de excitación y de respuesta y la frecuente sensación de no poder afrontarlos".
En este sentido, el estrés como riesgo psicosocial está determinado por la mala cultura organizativa de la empresa y en la forma en que se desarrollan las relaciones laborales. Por ejemplo, exceso o defecto de carga de trabajo, niveles elevados de presión en relación con el tiempo, horarios inflexibles, mala comunicación, falta de equilibrio entre el trabajo y la vida familiar, etc.
Por ello, el estrés laboral produce un deterioro global e importante en el rendimiento del subordinado.
¿Qué consecuencias genera el estrés en las empresas?
La respuesta de estrés puede tener consecuencias para ambas partes de la relación laboral, para el:
- trabajador: enfermedades como hipertensión arterial, trastornos afectivos, alteraciones metabólicas, dependencia alcohólica u otras sustancias, desórdenes musculoesqueléticos, entre otras, y
- empleador: absentismo, impuntualidad, aumento de rotación, afectación del desempeño, y la productividad, aumento de costos, etc.
De ahí la importancia de que en las empresas analicen si existen actos que generen estrés y se implementen acciones que los disminuyan o erradiquen. Por ejemplo: evaluación sobre los plazos de entrega y asignación de fechas límite razonables; fomentar comunicación y relaciones de apoyo entre los supervisores y los empleados; asignar roles claros, evitando conflictos y ambigüedades entre estos; entre otras medidas.