Nueva modalidad de empleo: Trabajo verde

Estudio sobre los orígenes e importancia de la adopción de esta nueva acepción, por Ancelmo García Pineda, asesor externo de la OIT

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 .  (Foto: IDC online)

Preámbulo

En el mundo globalizado que se ha desarrollado en los años recientes, hemos presenciado el nacimiento de nuevos conceptos que afectan el ámbito productivo, por ejemplo: la flexibilización, producción adelgazada, calidad total e innovación organizacional (desde los 80). No obstante las novedades no se detienen: hacia los noventa observamos el surgimiento de términos como el teletrabajo y el de responsabilidad social empresarial, así como la aplicación de la ética en la empresa y los códigos de ética y conducta;…en fin, hemos visto novedades que se hacen posible debido a la utilización de las telecomunicaciones, la microelectrónica y los recientes materiales. Sin embargo, hoy tenemos frente a nosotros novedades que también afectan el entorno productivo, ya no a partir sólo de las causas de las innovaciones, sino también de sus efectos, por ejemplo, el desarrollo sustentable y empleo verde o trabajo verde.

Estos esquemas derivan de la preocupación, desde el campo laboral, de una noción que parece muy común por su mención, pero que en realidad no se acaba de entender en todo su significado; nos referimos al cambio climático y su efecto en el mundo laboral y en el productivo en particular.

Antecedentes del empleo verde

Las personas, empresas, comunidades y los países siempre se han adaptado al cambio de condiciones, y seguramente así lo tendrán que hacer ante las alteraciones del clima. Ya se dan casos tanto de adecuación espontánea, como planificada.

La mayoría de las actividades de adaptación planificada se concentran en infraestructuras como las defensas costeras y la protección contra inundaciones. Sin embargo, la verdad incómoda es que el desarrollo económico basado en la actividad empresarial como la conocemos hasta ahora no es sostenible. Los efectos sobre el clima, medio ambiente y las personas ya son preocupantes, por ello es que desde diversas oficinas públicas y privadas la inquietud ha llegado a la conclusión de que urge hacer algo ante el cambio climático desde donde nos encontremos, sea como empresarios, sindicatos o gobierno.

La razón principal de lo anterior es el vínculo entre el crecimiento y consumo de energía basado en combustibles fósiles como el carbón, gas y petróleo. Se prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial crecerá a un ritmo del 3% anual y alcanzará así, en 2030, en torno al 240% de su valor en 2000.

En el pasado, el crecimiento económico y uso de la energía estuvieron estrechamente relacionados. Por lo tanto, se prevé que el consumo de energía aumentará en un 50% hasta 2010 y ello dará lugar a un cambio climático duradero y a gran escala causado por la actividad del hombre, con efectos negativos graves para toda la vida en la Tierra, incluidos los seres humanos.

A causa de las fuentes de energía y las tecnologías que se utilizan actualmente, el consumo energético impulsa también el cambio climático. En 2001, alrededor del 80% de la energía se obtenía de combustibles fósiles, fundamentalmente del carbón, el petróleo y gas natural. La quema de éstos en centrales eléctricas, automóviles, fábricas y hogares libera dióxido de carbono (CO2), la causa más importante del “efecto invernadero” que reduce la capacidad de la atmósfera de la Tierra para enviar parte de la energía recibida del sol de vuelta al espacio. Ahora se retiene más energía y, con el tiempo, esta situación dará lugar a un ascenso general de las temperaturas, es decir, al calentamiento global.

El origen del concepto empleo verde lo encontramos en la preocupación de las empresas al examinar las repercusiones sociales y laborales que el cambio climático traerá indudablemente, en el mayor reto social y medioambiental del siglo XXI.

Previamente a la Revolución Industrial, la concentración atmosférica de CO2 era de 280 ppm (partes por millón). Actualmente asciende a 380 ppm, es decir, 30% mayor que hace apenas 200 años.

Por si esto fuera poco, las emisiones debidas a actividades humanas dan lugar a la liberación en la atmósfera de unos 6,000 millones de toneladas de CO2 al año. Las consecuencias de estas emisiones han sido evaluadas periódicamente por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) así como por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los empleadores y las organizaciones sindicales.

El más reciente informe del IPCC, documenta que:

  • las temperaturas se elevan
  • los patrones de las precipitaciones se modifican
  • el nivel del mar aumenta, y
  • el número de sucesos meteorológicos extremos crece

En el panorama internacional los gobiernos y las empresas discuten acerca del biodiesel, no sólo acerca de los combustibles, su uso y generación, sino de las repercusiones en el empleo, la contaminación y el desarrollo sustentable de los países en desarrollo.

Empleo verde: una pequeña respuesta al cambio climático

Desde ahora se debe orientar la inversión y los esfuerzos concertados para transferir tecnologías y desarrollar las nuevas destrezas que requieren, en particular, las pequeñas empresas, porque éstas siguen siendo las mayores generadoras de empleo en el mundo. Sin embargo ante la ausencia de tales medidas, los efectos sobre el trabajo pueden resultar más bien limitados, y la renta y riqueza pueden devenir aún más concentradas, y no más ampliamente distribuidas.

Lo anterior nos da cuenta que el cambio climático ahora viene de la mano del necesario crecimiento económico, la erradicación de la pobreza y generación de empleo decente.

Para muchos especialistas del mundo, y particularmente en los países en desarrollo, ya se ejerce una honda presión y repercusión en el ámbito laboral, los ingresos y el estilo de vida de los grupos de trabajadores.

Los empresarios y trabajadores no sólo tendrán que adaptarse a métodos de producción nuevos y más limpios; en muchos casos, ciertos lugares de trabajo desaparecerán debido a una producción insostenible, o incluso al hecho de que una determinada área geográfica deje de existir.

En este marco, cabe incluso la posibilidad de que comunidades enteras se vean obligadas a emigrar. En cualquier caso, incluso al margen de tales consecuencias drásticas, las condiciones meteorológicas afectan ya a sectores concretos.

Turismo es uno de ellos

El sector turístico es altamente susceptible al cambio climático. Como resultado de la elevación del nivel del mar, numerosas áreas costeras y pequeñas islas tendrán que afrontar cambios en relación con los puestos de trabajo. La subida del nivel del mar en las Maldivas (en las que el turismo proporciona el 18% del PIB, el 60% de los ingresos en divisas, y el 90% de los ingresos fiscales de la Administración) significará, en el mejor de los casos, una grave erosión de la costa y, en el peor, que una gran proporción de la masa terrestre desaparezca a lo largo de los próximos 30 años, y la invasión de agua salada convertirá las islas en territorios inhabitables.

Las zonas costeras no serán los únicos lugares afectados; las regiones montañosas se enfrentarán igualmente a desafíos relacionados con las actividades económicas y el empleo. Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pone de manifiesto que el esquí es sensible al cambio climático. Los Alpes se encuentran en una situación especial de riesgo, y los proyectos de modelos climáticos muestran que, en los próximos decenios, se producirán cambios aún mayores, con una menor cantidad de nieve en altitudes bajas, y la recesión de los glaciares y el derretimiento en niveles superiores. Algunos ejemplos evidentes, pero no los únicos son que: el turismo en los Alpes es importante para la economía, como revelan las cifras de 60 a 80 millones de turistas y 160 millones de jornadas de esquí en Francia, Austria, Suiza y Alemania cada año. El turismo invernal en las montañas de América del Norte podría hacer frente a los mismos problemas. Tal situación ejercerá un enorme impacto en los empleados del sector: los guías turísticos, el personal de hoteles y restaurantes e incluso el ramo del transporte, se enfrentarán a prados más verdes de lo que desearían.

De esta manera se observa que la necesidad de empleos verdes es ya un verdadero reto para las economías: el cambio climático constituye un desafío para el empleo en todos los sectores económicos. No debemos dejar de poner atención en ello.

Se debe abordar el cambio climático para alcanzar grandes transformaciones económicas, sociales y medioambientales, interrelacionadas en su mayoría. Estas transformaciones ejercen efectos fundamentales en las economías y las pautas de asentamiento y, por tanto, también en los medios de vida y en los puestos de trabajo. Es un hecho que los países, las empresas y personas tendrán que adaptarse para atenuar estos impactos. Sin embargo, esta adaptación sólo es posible hasta cierto punto, y con ella sólo se abordan los síntomas, pero no la causa del problema. Si hasta la fecha se ha hecho muy poco para reducir las emisiones causantes del efecto invernadero, es en gran medida a causa del plazo que transcurre desde las emisiones hasta el desencadenamiento del cambio climático.

 Acciones de la OIT

La OIT une sus fuerzas con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), así como con otros organismos y socios de las Naciones Unidas, para contribuir a la generación de empleos verdes y una transición positiva en el mercado de trabajo, ante el desencadenamiento del cambio climático.

Estas metas sólo podrán alcanzarse mediante un crecimiento económico que produzca más y mejores empleos. La iniciativa de la OIT responde al cambio climático como una de las tres prioridades del sistema de las Naciones Unidas establecidas por su Secretario General, Ban Ki-Moon. El programa de la OIT contribuirá a cubrir las lagunas de conocimiento, y a la formulación de políticas, y prestará su asistencia a los países miembros como parte de los Programas Nacionales de Trabajo Decente

Entre las soluciones que se promueven, se espera que las empresas reduzcan su “huella de carbono”; que el sector público ofrezca incentivos al sector privado para la reducción de las emisiones; y que se adopte la atenuación del cambio climático como parte de la visión empresarial en el conjunto de la región. No puede haber desarrollo sostenible sin empleos verdes.



Fomento del empleo verde en las empresas

Los avances en el tratamiento del cambio climático dependerán en gran medida de la capacidad para despejar los temores en torno al futuro del empleo, la atenuación de la pobreza y el desarrollo. Éste ha sido uno de los principales escollos para la adopción de las políticas nacionales y para el progreso en las negociaciones internacionales respecto a las políticas en materia del clima.

Los empleos verdes ya existen y algunos han registrado un crecimiento importante; se encuentran en sectores como el de generación de energías renovables, la fabricación de equipos y los servicios de eficiencia energética, en el transporte público, en el crecimiento urbano “inteligente”, en la recuperación de terrenos industriales abandonados, y en el reciclaje.

Estos sectores aparentemente son marginales. En Alemania, se cuentan ya con 1.6 millones de empleos verdes, más que en el gran sector de la automoción de este país. Por fortuna, muchos empleos verdes pertenecen al ámbito de las “frutas maduras”, es decir de las oportunidades inmediatas. Se trata de medidas basadas en la tecnología existente, en casos en que los beneficios exceden el costo y que pueden crear un gran número de puestos de trabajo. Un ejemplo es la reforma de edificios para reducir sus emisiones y su consumo de energía. En los sectores de vivienda se construyen grupos de departamentos ecológicos que han mejorado el material aislante y han modificado las técnicas de construcción y las calificaciones de los trabajadores. Todo lo anterior redunda en un ahorro de poco más de dos millones de toneladas de emisiones de CO2 y se han reducido las facturas por calefacción.

Ser verde y ecológico puede ser más competitivo

Unos empleos dignos y “verdes” contribuyen al crecimiento económico sostenible y a sustraer a las personas de la pobreza, además ponen las reglas de una competencia más ecológica y una competitividad que no sea depredadora del medio ambiente, ni destructora del hábitat.

Los empleos verdes constituyen un elemento fundamental respecto al vínculo positivo que ha de establecerse entre el  cambio climático y desarrollo.

Si además lo sumamos a la meta de empleo decente, se crea un círculo virtuoso del desarrollo sostenible. Sólo así estaremos asistiendo a la generación de empleos decentes, con una elevada productividad de la mano de obra, y también con un alto grado de eficacia ecológica y con un escaso nivel de emisiones; esta meta brinda la promesa de la provisión de las condiciones y rentas apropiadas, de favorecer el crecimiento y contribuir a la protección del clima.

Sería importante que desde ahora en nuestra empresa se adopten medidas deliberadas y programas energéticos, con miras en el cambio climático, para incluir los empleos verdes como objetivo y vía de consecución del desarrollo. La efectividad de estas acciones será máxima si se diseñan y ejecutan con la participación activa de aquéllos a cuyas vidas afectan: empleadores y trabajadores.

Conclusión

El cambio climático se acelera, y ha de atajarse mientras el mundo se aproxima al “cuello de botella” que se alcanzará aproximadamente en el 2050. Es necesario identificar los “focos de atención” con mayor claridad; es decir, las áreas, los sectores y grupos de población que se verán más afectados. La naturaleza y dinámica de estos efectos han de ser comprendidas. En ese mismo período, el mundo aspira a una mejora significativa del bienestar material y a la erradicación de la pobreza, que sigue afectando a casi la mitad de la población de la Tierra en la actualidad. Será necesario dedicar un esfuerzo mucho mayor al estudio de estos cambios, de modo que los empleadores, trabajadores y gobiernos puedan anticipar y facilitar tales transiciones.