Granjas de trolls vs disidentes

Arabia Saudita habría contado con infiltradores para identificar a los detractores del gobierno

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 .  (Foto: Getty)

La finalidad de las granjas de trolls es silenciar determinadas voces críticas en redes sociales, en especial Twitter; esta al integrarse por cientos de jóvenes es campo fertil para que algunos individuos orquesten movimientos para atacar a quienes cuestionan o son contrarios con algunos gobiernos u organizaciones.

Los trolls buscan conversaciones sobre temas específicos y desprestigian a los usuarios mediante insultos, memes y demás. Cada troll maneja múltiples cuentas para que los ataques sean a gran escala. Si la discusión cobra importancia, publican contenido pornográfico para que posteriormente se tenga que suprimir todo. Es una práctica que se está tornando común en Twitter y otras redes como WhatsApp y Telegram.

En la actualidad, los ojos del mundo están situados en Arabia Saudita, la desaparición y el supuesto homicidio del periodista Jamal Khshoggi han atraído la atención global. El país es una monarquía absoluta, gobernado por la cada Saúd y el régimen como tal es conocido por reprimir cualquier intento de disidencia.

Para ello, el gobierno suele controlar los medios de comunicación y monitorear las redes sociales para ubicar a potenciales detractores. Una investigación del New York Times abona en esa imagen que se tiene ya de la nación musulmana.

Según reporta el medio estadounidense, el gobierno saudí habría entrenado a una persona para que se convirtiera en un trabajador de Twitter y este fuera un infiltrado en la compañía. Su objetivo era proporcionar información sobre usuarios contrarios a la dinastía saudita.

Presuntamente dicho individuo sería Ali Alzabarah quien se unió a la empresa en 2013 y fue subiendo posiciones hasta ocupar el puesto de ingeniero, el cual le permitía acceder a los datos personales de los usuarios, incluyendo su actividad en la red social, su número telefónico, dirección IP, es decir toda aquella información que posibilita ubicar el dispositivo conectado.

El empleado se habría acercado a los operativos realizados por la inteligencia saudita, cuyos integrantes lo habrían persuadido para revisar diferentes cuentas. Twitter investigó y cuestionó al trabajador y tras un análisis forense no pudo detectar filtración alguna, pero igualmente lo despidió en diciembre de 2015.

Sin embargo, Alzabarah no tardó en obtener empleo y ahora labora coincidentemente para el gobierno saudita. Ninguna de las partes en este asunto (Twitter, el gobierno saudí y el trabajador) se ha pronunciado al respecto. No obstante, la empresa informó a las cuentas a las que el saudita tuvo acceso que podrían haber sido atacadas por actores patrocinados por el gobierno. Dentro de los usuarios afectados estarían investigadores privados, académicos, periodistas y demás.

El gobierno saudí parece estar recurriendo a las granjas de trolls para silenciar temas tabú como el conflicto armado en Yemen o el respeto a los derechos de las mujeres. De acuerdo con medios estadounidenses, se llega a pagar hasta tres mil euros a voluntarios (jóvenes varones) que quieran publicar contenido a favor del régimen.